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“50 años, 50 historias” L@s niñ@s y adolescentes de la dictadura: Por Mario López M.

Santiago, Chile.

Mario López M. Periodista

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Licenciado en Derecho y Abogado

Con ocasión de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, se han escrito decenas de libros, relatos algunos, análisis otros.

Lo que marca la diferencia en este texto de los autores Manuel Délano, Fabiana Rodríguez-Pastene y Karen Trajtemberg, es que por primera vez se abre una puerta cerrada hasta hoy, leer a adultos acerca de lo que vivieron sin ser parte, siendo niños, niñas y adolescentes.

Aquello que ha permanecido invisible, pues la sociedad y la justicia ha estado con la vista puesta en los padres, hermanos, tíos y abuelos, adultos todos, pero no se había reparado, hasta hoy, en qué fue lo que vivieron ellos, mudos testigos y actores de tragedias y dolores.

Impacta leer a niños, que en realidad hoy son adultos, pero el lector en su imaginario mágico creado por los autores, se deja llevar y se sitúa, con naturalidad, en aquel tiempo y escucha a estos niñas, niños y adolescentes, hablándonos desde esos espacios de fragilidad y fortaleza a la vez.

Eran tan indefensos frente a la monstruosa maldad que no alcanzaban a entender, aquella que incluso frente a ellos mismos les arrebató un padre, una madre, a ambos o a un hermano, abuelo o familiar, pero que les significó madurar de golpe, transformarse en padres de sus hermanos y hasta en protectores de sus padres.

Los autores, a diferencia de lo que usted, querida y querido lector pueda pensar, no hablan. A lo más presentan. Las y los que le hablarán, serán ellas y ellos, los protagonistas, las pequeñas víctimas que no quieren sentirse víctimas, que entienden que les pasó lo que les pasó, porque así estaba escrito y les tocó vivirlo.

Los testimonios no le hablan de ideas políticas, no, eso no era el sentido del trabajo. Tampoco el odio o el deseo de venganza, más no se crea que rebeldía no existe en sus palabras. Pero también resiliencia, esperanza y amor, únicas herramientas capaces de superar el dolor y el horror. Sí, hay la necesaria memoria, aquella que pide no olvidar, para que nunca más existan otras niñas, niños y adolescentes, que deban contarnos sus historias de tragedias, de culparse y reinventarse o, reconstruirse una y otra vez.

Este ha sido el único libro que ha humedecido mis ojos y, de manera no intencionada, me ha hecho leer dos libros a la vez. El primero, es el inmenso trabajo de Manuel, Karen y Fabiana, pero ellos mismos, sin darse cuenta, escribieron otro libro, aquel que da su sentir y testimonio de los testimonios de quienes les abrieron su corazón y los marcaron por siempre.

 

– Cómo nace la idea de hacer este trabajo

(Manuel) “La idea surgió en 2021, a propósito que queríamos aportar una mirada distinta pensando en el aniversario de los 50 años.

Revisamos bibliografía que, si bien la conocíamos en buena medida, esta vez lo hicimos con especial acuciosidad y vimos que hay muy buenos trabajo de muy buenos colegas, entonces, nos surgió cuestionarnos el qué cosa nueva podíamos aportar y de esa discusión surgió la idea de visibilicemos el problema de los niños, que fueron considerados en la justicia como testigos la mayor parte de ellos, cuando sus familiares más cercanos o directos, sufrieron violaciones a los Derechos Humanos.

En esa línea fuimos avanzando y lo que queríamos era “darlos” en primera persona y darlos además de manera resumida, entre 5 y ocho páginas que tiene cada testimonio.

Fueron largas jornadas de testimonios e incluso casos de hasta tres entrevistas. Esa fue en simple, la forma de trabajo, pero con la idea clara que la voz de los niños estaba y está invisibilizada en general en la sociedad. Existe una cultura “adulto céntrico”, de tal manera que, si hay un niño en la mesa y los adultos hablan, bueno los niños se callan o se van, pero no son parte del tema y su voz, no se escucha.
Aún más, sucedía en materia de DDHH, donde su participación era ínfima, incluso, por razones de seguridad.”

(Karen) “Solo quiero agregar que, entre nosotros, hubo también miradas distintas que nos permiten tener una visión más amplia al momento de trabajar el proyecto. Nosotras (se refiere a las autoras), a diferencia de Manuel, que ya tenía “reporteo”, nacimos en dictadura y eso nos daba, naturalmente, distintos aportes y miradas que, al visibilizar a estas niñas, niños y adolescentes, permitiera colaborar en la memoria histórica a los niños y adolescentes de hoy”.

En estos 50 testimonios de adultos hablando de sus vivencias de niños, si bien existe una vivencia común, no existe una visión común. Da la impresión que algunos pocos se quedaron en el dolor. La gran mayoría, por el contrario, entendió y sacó fortalezas de su dolor, con amor. ¿Cómo percibieron ustedes eso?

(Manuel) “Efectivamente hay miradas distintas entre ellos, pero el factor común es que no se sienten víctimas, sino que asumen que “es lo que les tocó vivir”. Efectivamente hay una sensación de enorme injusticia, de historias no contadas también. Es más, muchos de ellos no habían relatado sus historias completas ni siquiera a sus propios seres más queridos o más cercanos, nos tocó conocer muchos casos en que sus familiares conocieron ahora los detalles y solo antes conocían o intuían la historia gruesa, solamente.

En los casos, que son la gran mayoría, en que no ha habido justicia, por supuesto hay un anhelo muy importante de justicia y una desazón por la tardanza, cuando la hubo”.

(Fabiana) “Yo creo que lo que ellos necesitan no es sentirse víctimas, es al menos un reconocimiento, que de alguna manera repare el daño que ya tuvieron en sus vidas y dejaron una fractura. Siento, que hay un profundo amor y respeto, el sentir que esta es la vida que le ganó a la muerte.

En el recuerdo hay mucho amor, con una mirada más esperanzadora. Cómo no recordar cuando presentamos el libro en la Villa Grimaldi, se nos acercaban familiares de víctimas a presentarnos a sus hijos o nietos de torturados, desaparecidos, lo que más se siente en eso es el amor”.

(Karen) “Estoy de acuerdo con lo dicho, ellos manifestaron que sus padres, abuelas o abuelos son las víctimas no ellos, con una resiliencia enorme y una mirada de seguir adelante, como dijo Manuel, que “esto fue lo que nos tocó, nada más” y hay que seguir viviendo.

La gran mayoría son personas que no se sintieron lejanos a este país por lo que les pasó, muchas y muchos de ellos han sido o son personas públicas, ministras, alcaldes, concejales, aportes en distintas partes de Chile. Esa es una muestra que ellos no sienten rabia, solo que, simplemente, esto les causa cierta emocionalidad por el reencontrarse con una historia que para ellos ya estaba superada”.

(Manuel) “Se buscó personas de todos los sectores, incluso territoriales, que hubiera una cierta paridad de aproximaciones a la política por parte de las víctimas, para que hubiera una especie de muestrario diverso de atropellos a los DDHH., desde el exilio hasta la exoneración de los trabajadores, desde la desaparición hasta la ejecución directa, de variedad de género, de hecho, hay más mujeres que hombres dentro de los entrevistados.

Por ejemplo, el alcalde Carlos Cuadrado, que está muy contento y orgulloso que su hermano hubiera escupido en el ataúd de Pinochet. Él entiende y dice que “como adolescente participé en movilizaciones en contra de la dictadura, pero mi hermano que era menor no alcanzó a tener esa posibilidad, así que yo me siento orgulloso de lo que hizo y correspondía lo que hizo y lo reivindica.

Más de alguno golpeó a un violador a los DDHH cuando fue a declarar en los tribunales, sí, hay alguno de esos casos”.

– Existe una especie de desarraigo en algunos, en especial en aquellos que debieron vivir el drama del exilio, por “dorado” que fuera. Qué tan idealizada era para ellos la Patria de sus padres.

(Fabiana) “Respecto al tema del desarraigo, es súper cierto aquello, porque algunos se fueron cuando ni siquiera despertaban sus conscientes, hay niños que se fueron de meses incluso y que estuvieron fuera 12, 13 o incluso más años en lo que ellos conocieron como su Patria y de donde miraban con distancia ese país ese lugar súper romántico, muy idealizado que tenían sus padres respecto de Chile.

Entonces, para ellos el desarraigo se produce no cuando parten al exilio, sino que, de alguna u otra manera se ven forzados a volver y dejar lo que ellos habían conocido hasta ese momento como su Patria o al menos el único mundo para ellos conocido, en una etapa tal fundamental como es la niñez y la adolescencia.

Y donde, había una figura -y de esto también hay que hacerse cargo, por cierto-, súper idealizada que les transmitieron sus padres y sus madres de un país que no era en ese momento y que distaba mucho de serlo, el país feliz de Edén.

Además, súmese todo el quiebre, la rabia de la adolescencia como etapa generacional que en sí mismo implica, a lo que se suma este nuevo golpe. Entonces, el destierro del exilio para muchos, no para todos, evidentemente, tuvo que ver no con la partida, sino que con el retorno. Quizás lo grafica muy bien el testimonio de Mario Aguilera hijo, que reconocía que en Francia me decían ‘el chileno’ y en Chile me decían ‘el francés’, entonces se da esa situación de no pertenecer, entonces es súper dolorosa cuando tú estás precisamente buscando tu identidad”.

(Karen) “Sobre esta misma idea, ese anhelo transmitido de volver, a ellos, los niños y niñas que no conocían Chile, les causaba mucha ansiedad. Hay que darse cuenta que a sus pasaportes le pusieron la “L” cuando recién tenían 5 años”.

(Fabiana) “Es el caso del relato de la ‘desterrada’ de Paulina Costa. De hecho, sus hermanos nacieron en el exilio en Ecuador y, ella vivió siempre con esa ‘traición’ porque pudo volver a Chile y su papá no y eso la hace sentir a ella, sin ninguna culpa, como desterrada el volver Chile sin su padre y, además, como una traidora por ‘abandonarlo’. Sentimientos que son bien ‘locos’, al pensar que lo están experimentando niños y niñas de 8, 10, 12 años”.

(Manuel) “Las culpas están presentes en muchos de ellos, incluso en el caso de la persona que creía que había delatado a su hermana, cuando al llegar la DINA a buscarla, le dan un nombre falso, y él sin saber qué sucedía, le rectifica que no está ella, pero está su hermana y se la lleva la DINA. Tardó décadas en superar el tema con la hermana, de hecho, a la entrevista fue la hermana y terminó tras su relato, que ayudó a superarlo”.

(Fabiana) “También tiene que ver con esta ‘adulterización’ a la que se ven sometidos y no corresponden. Por qué un niño tiene que estar protegiendo a sus padres, por ejemplo, en las llamadas telefónicas y amenazas que ellos mismos sufrían. Por qué un niño tiene que ir al colegio con miedo o inventar que estuvo enfermo y fue a clases, cuando en verdad estuvo en la clandestinidad con sus padres.

O cambiarse el nombre para no ser detectados. Entonces, estas que parecen cosas súper cotidianas y que incluso algunos pueden verlo desde lo lúdico del pensamiento mágico, pero que en el fondo no debiera vivir ningún niño o niña o adolescente en ningún país, porque debieran contar con la seguridad mínima, pues ellos son los que debieran ser cuidados y no al revés.

Entonces, esto tiene que ver con la culpa, que despierta muy temprana e injustamente, porque no tendrían por qué sentir culpa, sin embargo, la sienten. También con tener que sumir una responsabilidad que implicaba tener que proteger a los propios padres, madres y hermanos mayores y también hacerse muchas veces cargo de un rol parental con los hermanos más chicos. Perdieron al papá y la hermana estaba entre la Vicaría de la Solidaridad, Estadio Nacional u hospitales y tuvieron que aprender a cocinar, tuvieron que ir a buscar a los hermanitos chicos al colegio, en el fondo, tuvieron que hacerse adultos muy rápido, en un contexto de horror e incertidumbre”.

– Impacta leer testimonios de personas que al momento del golpe y trauma eran muy pequeños, pero que su relato en algunos casos es pormenorizado, cuando cuesta entender que a esas edades pudieran haber internalizado tanto detalle. ¿Qué tanto hay de un ideario colectivo familiar adquirido como propio en sus vivencias?

(Manuel) “Es una cosa compleja para ellos el enfrentarla, superarla y aún así, logran hacerlo, ser resilientes, logran reconstruirse, ella ser una gran cineasta. Todos son casos de reconstrucción, incluso los más dramáticos de todos”.

(Fabiana) “Solo para complementar. Este libro ha abierto para nosotros puertas increíbles, hermosas, insospechadas, como una invitación de la Fundación Integra que trabaja con niños muy pequeños, más que para hablar de dictadura, es hablar con los educadores y cuidadores, para hacerles ver que los niños entre los 0 y los 5 años sí tienen memoria y pueden quedar marcados de por vida en esa muy primera instancia, que está súper invisibilizada en que existe el mundo y que los niños lo recuerdan.

Claro, los niños a los dos años no tienen el lenguaje para expresarlo, pero ellos van teniendo otro tipo de recuerdo que tienen que ver con el recuerdo sensorial, sensitivo, de imágenes, dolores, pero esos recuerdos están y te marcan de por vida.

Es bonito el que, sin proponernos aquellos, somos de los pocos libros que han permitido relatar eso y bonito, además, el que luego de años, Mario Aguilera, por ejemplo, se haya encontrado que esa puerta de Tres Álamos, fuera efectivamente esa misma puerta que el recordaba con detalles a los 3 años.

Este libro no solo es para que exista memoria para las futuras generaciones, sino que también para que se pueda visibilizar la infancia en general y las violaciones a los DDHH y los derechos de los infantes que se siguen cometiendo hasta el día de hoy, porque somos una sociedad sumamente “adulto céntrico”, donde los niños y las niñas pareciera que, al ser personas en formación, no cuentan y eso es algo que vivimos 50 años después, todavía”.

(Karen) “Hay cosas hermosas que también suceden, en ese contexto de al final la vida no es completamente mala ni completamente buena. Está el caso de esa pareja que se conocen en protestas y al ser apresados, él la protege a ella. Se van los 2 detenidos y después, terminan casándose. O el caso de Lorena Díaz, que pasaba casi todo el tiempo sola en la Vicaría y termina siendo adoptada como nieta por Anita González de Recabarren, hasta el último de sus días”.

(Manuel) “Quiero expresar al terminar un sueño: Ojalá que temas como este puedan entrar en el currículo educacional, así como en mi infancia tuve que estudiar la vida de Arturo Prat, O´Higgins, Los hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, en fin, se pudiera conocer la vida de quienes, a través de esta perspectiva, que visibiliza temas que no se conocían, conozcan el tema de lo que pasó en dictadura, no solo el tema de cifras o que hubo un Informe Rettig o pasaron tales cosas, sino conocer las historias de personas.

Humanizar la historia con relatos de este tipo”.

(Karen) “Nuestro objetivo final fue aportar a la memoria para los niños, niñas y adolescentes de hoy día. Porque si no tienen padres que les haga sentido la política, hay un desconocimiento brutal de lo qué sucedió, cómo sucedió y qué sucedió, donde los adultos tienen una mirada única, donde todavía existe negacionismo impresionante. La idea era aportar a la memoria, para los que vienen”.

(Fabiana) “Sumándome a lo señalado por Manuel y Karen, sentí momentos muy lindos como en Villa Grimaldi, por ejemplo, pero sentí que la pega estaba hecha cuando se acercaban personas que no conocíamos, que no estaban en el libro, sino que habían ido a buscar una dedicatoria y al preguntárseles su nombre, aclaraban que no era para ellos, era para su hija Catalina de 14 años, o no era para mí es para mi hijo Juan Pablo de 10 años.

Muy emocionada se lo comenté a Karen, esto es, por esto hicimos el libro. Recordando el día del lanzamiento y lo que señaló Rodrigo Bustos, ‘así como leemos el libro de Ana Frank, en nuestra juventud, en nuestra adolescencia para poder visibilizar los horrores del holocausto’, qué bonito sería leer este u otros libros en que sean niños, niñas y adolescentes leyendo los testimonios de niños, niñas y adolescentes, para acercarse a esta mirada de lo que fueron esos 17 años de horror, no solo de mirar los mal llamados emblemáticos, sino que desde miradas que pueden ser mucho más cotidianas, mucho más cercanas y que puedan hacer mucho más sentido para que realmente pueda ser un nunca más”.

 

SOBRE LOS AUTORES

MANUEL DÉLANO CABEZAS, periodista de la Universidad de Chile. Autor y coautor, entre otros, de los libros La Herencia de los Chicago Boys (1989), Los años que dejamos atrás. 1998-1990, La transición en deuda (2021). Dirigió la colección Nosotros los chilenos (Lom Ediciones). Editor de: Chile despertó. La rebelión de la dignidad (2020), libro que recibió el Premio Memoria y Derechos Humanos del Colegio de Periodistas y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, 2021.

FABIANA RODRÍGUEZ-PASTENE VICENCIO, es periodista y licenciada en comunicación social de la P.U.C. de Valparaíso. Magíster en Historia, mención Relaciones Internacionales y Doctora en la misma disciplina. Es coautora de Chile despertó. La rebelión de la dignidad (2020).

KAREN TRAJTEMBERG DÍAZ, es periodista y cientista política de la Universidad Gabriela Mistral. Magíster en Comunicación Estratégica de la UAI. Es coautora, entre otros, del libro: Los años que dejamos atrás. 1998-1990, La transición en deuda (2021); Actualmente es directora de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI.

LOM Editores, nos señala: «A 50 años del golpe que quebró sus biografías, cincuenta testimonios en primera persona de niñas, niños y adolescentes vienen a advertirnos que nada está olvidado y ningún ejercicio de recuerdo es baladí. Aunque sus voces fueron ignoradas o silenciadas por décadas, llega un momento en que comienzan a ser visibilizadas, otorgándonos otra perspectiva del impacto de la barbarie».

La obra se puede encontrar en todas las librerías del país. También lo puede conseguir en Internet.

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