Los chilenos nos orgullecemos de decir. que, pese a todo, somos una República. Es decir, la cosa pública, el gobierno de la polis, nos pertenece e importa a todos. Nuestros gobernantes electos, una vez dejados sus cargos, vuelven a ser ciudadanos, como cualquiera de nosotros. Es decir, cualquier chileno puede elegir y ser elegido. Gobiernan las mayorías y se respetan por cierto las minorías.
Hemos visto, la alternancia en el poder, algo que al parecer llegó para quedarse. Y un sin número de características que dan cuenta que efectivamente somos una República democrática, como Francia, Alemania o Estados Unidos.
Sin embargo, en lo más recóndito de nuestras vidas buscamos resabios monárquicos. La verdad es que las historias de reyes y reinas nos apasionan, nos motivan. Y al no tener monarquía chilena, la vamos inventando, la buscamos en La Moneda, en aquellos Presidentes que han habitado y trabajado en el lugar que «tanto se sufre». Basta recordar que la visita de la Reina Isabel II de Inglaterra, en pleno gobierno de Frei Montalva, es algo que hasta hoy se rememora. Mal que mal un presidente chileno, cenó en su sobria casa de Providencia con la reina por antonomasia, una señora que reinaba en la gran y poderosa Commonwealth, la mancomunidad de naciones, otrora el Imperio Británico, y lo hizo por 64 años.
Pues bien, ayer hizo su estrenó en sociedad la nueva pareja del Presidente Gabriel Boric; Paula Carrasco, 29 años, Química Ambiental de la Universidad de Chile, seleccionada nacional de Basquetbol, un hijo de seis años. Funcionaria del Ministerio de Medio Ambiente. Lo cierto es que todos los portales de noticias y medios televisivos estallaron con la noticia. Era lo que Chile estaba esperando, conocer y ver a nuestra nueva reina. Además, la conocimos inaugurando estas largas fiestas patrias, de duración y características insólitas. Inmediatamente surgieron las críticas en todo sentido; que la vestimenta no era la adecuada, que baila mejor que el Rey presidente, que la flor en el pelo era muy grande … y todo coronado con un buen beso al finalizar uno de los tantos pies de cueca. Los bufones de la corte aplaudieron con ganas, mal que mal el Jefe ya no está tan solo. Además, no con mucho ritmo, pero si con gran entusiasmo y alegría bailó nuestro baile nacional. Larga vida a la Reina Paula I. !!
