Cambio de niño símbolo en la corrupción Por Víctor Maldonado R.
La imagen de corrupción fue encabezada durante varios meses por Luis Hermosilla, por su papel de intermediario en el caso Audio, pero era cosa de tiempo que este lucimiento negativo pasara a los protagonistas principales: los que pedían las gestiones, como Andrés Chadwick, y los que inclinaban la justicia a su favor, como Manuel Guerra.
El que ha acaparado los comentarios es Guerra porque su actitud, particularmente obsecuente, muestra una especie de complacencia por servir al poder político en compensación por las retribuciones constantes y sonantes.
Guerra el servil
La defensa del exfiscal es y será muy difícil, debido a que los chats son explícitos y abundantes, siendo intercambiados en el supuesto de que nunca serían divulgados.
Por eso no se dejó nada por decir ni expresar con el mal gusto propio del que da rienda suelta a sus prejuicios.
Por esta actitud servil, Guerra se ha ganado las mayores críticas y muestra hasta dónde puede llegar el nulo interés por defender la probidad y la transparencia del Poder Judicial.
Cambiamos de niño símbolo de la corrupción.
El Poder Judicial reaccionó rápido en relación con Ángela Vivanco, a quién podía mostrar como un caso de sanción ejemplar.
Sin embargo, todo quedó corto cuando el número de magistrados bajo sospecha se multiplicaron.
Ya no se pudo actuar como si se hubiera ubicado una manzana podrida que fue retirada antes de que contagiara al resto.
Ángela Vivanco no venía sola
Vivanco no es única, simplemente es la más expuesta a las críticas y quien tiene menos apoyo que acudan en su defensa.
Incluso podría ser removida esta misma semana.
Así que se hace necesario implementar cambios más estructurales porque, de otra forma, ya no se podrá recuperar un prestigio a estas alturas del todo comprometido.
Se preparan las reformas que impedirán que el tráfico de influencia opere como hasta ahora.
Ni más ni menos.
Separar los nombramientos de jueces de la administración eliminará la participación de las cortes de apelaciones y de la Corte Suprema en los procesos; disponer de un mecanismo de evaluación más objetivo por parte de la Academia Judicial aparece como indispensable; eliminar los abogados integrantes evita riesgos; regular mejor los conflictos de interés aparece como un mínimo.
Con esto se evita que se recaiga en los errores ya conocidos.
De modo que se clausurará las antiguas puertas por donde circulaba el tráfico de influencias.
En ese sentido, la crisis será bien aprovechada.
Todo bien, siempre y cuando el cambio de normas sea acompañada del cambio de conductas. Las normas no pueden impedir que se abran nuevas puertas.
Los procedimientos, antes tan usados y que ahora se denostan, han dejado de tener defensores, pero no fueron instaurados en su momento para permitir un uso desviado de sus fines originales.
No la vieron venir
Llegaron a ser mal usados porque así lo quisieron funcionarios en los principales puestos de poder.
La moraleja es que no se puso el acento en prever un uso malévolo que pudiera provenir desde los puestos más encumbrados.
Fue un error muy ingenuo, pero que no se puede repetir.
Este es un mal que involucra a privilegiados.