Especial 18-O

18-O: Un tiro de gracia para cientos de pymes del país

Valeria Lagos

18-O
Foto: Agencia Uno
Cabe recordar que durante el estallido social, las quiebras se dispararon un 22% en 2020, registrando la mayor subida desde 2015.

El estallido social en Chile, que comenzó el 18 de octubre de 2019 (18-O), marcó un hito en la historia del país.

Las masivas manifestaciones, inicialmente provocadas por el aumento en el precio del pasaje del metro, se convirtieron en un grito colectivo por cambios estructurales en la sociedad chilena.

Sin embargo, este fenómeno social también tuvo un impacto devastador en el comercio, con miles de locales saqueados, destruidos y cerrados. Este reportaje se adentra en las consecuencias económicas y sociales de estos actos, así como en las historias de los comerciantes afectados a 5 años de las movilizaciones.

Durante las primeras semanas de las protestas, cientos de locales comerciales fueron afectados en todo el país. Pequeños comerciantes, supermercados, farmacias, tiendas de ropa y electrodomésticos fueron blanco de saqueos y ataques incendiarios. En muchos casos, los saqueadores actuaban al margen de las manifestaciones pacíficas, aprovechando la ausencia o la limitación de la respuesta policial.

Impacto en el Comercio

Según datos de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), se estima que más de 3,000 locales comerciales fueron afectados durante las primeras semanas del estallido social. Esto incluyó robos, destrozos, y en algunos casos, la quema total de establecimientos. Los comerciantes, muchos de ellos pequeños emprendedores, enfrentaron pérdidas millonarias que amenazaron con llevarlos a la quiebra.

El impacto en la economía local fue significativo. La CNC reportó que la actividad comercial en algunas áreas disminuyó en más del 30% tras los saqueos. Esto no solo afectó a los dueños de negocios, sino también a los empleados, muchos de los cuales perdieron sus trabajos de forma repentina.

Según datos del Ministerio de Economía, las pérdidas económicas directas asociadas a los saqueos y destrozos ascendieron a más de $1.400 millones de dólares. Los sectores más afectados fueron el comercio minorista, el transporte y el turismo.

El gobierno además implementó medidas para ayudar a los comerciantes afectados, como líneas de crédito y subsidios, pero la recuperación fue lenta y desigual. Muchos pequeños emprendedores no pudieron acceder a estas ayudas debido a la burocracia, lo que complicó aún más su situación.

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Consecuencias a largo plazo

Las secuelas del estallido social en los locales comerciales no solo se vieron reflejadas en el daño material, sino también en un cambio en la percepción de la seguridad en el país. Según una encuesta de Adimark, el 67% de los chilenos afirmó sentir más inseguridad tras los eventos de octubre de 2019.

Este temor ha generado cambios en la forma en que muchos comerciantes operan, adoptando medidas de seguridad más estrictas, como la instalación de rejas, cámaras de vigilancia y sistemas de alarma.

Además, en algunas áreas afectadas, los inversionistas y empresarios han mostrado reticencias a reinvertir, lo que ha llevado a la desertificación comercial en ciertas comunas de Santiago y otras ciudades del país.

Recuperación

A pesar de las dificultades, muchos comerciantes han mostrado una notable resiliencia. Algunos han logrado reabrir sus locales, implementando nuevas estrategias y adaptándose a las nuevas realidades del mercado. Se han formado redes de apoyo entre comerciantes, que comparten recursos y consejos para superar la crisis.

Por ejemplo, la Asociación de Comerciantes de Plaza de Maipú, que agrupa a más de 200 vendedores, ha trabajado incansablemente para recuperar la confianza de sus clientes.

Organizan ferias y eventos comunitarios para atraer a la gente de vuelta y revitalizar el comercio local. «No solo se trata de vender, sino de reconstruir la comunidad», afirma su presidenta, quien destaca la importancia del apoyo mutuo en tiempos difíciles.

La historia de los locales comerciales saqueados durante el estallido social es un reflejo de una lucha mayor por la dignidad y la justicia social en Chile, y aunque el camino hacia la recuperación es largo, la solidaridad y la comunidad juegan un papel fundamental en el proceso.

 

 

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