La periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez, quien ha publicado el único libro sobre el Tren de Aragua, advirtió la gran presencia de la organización criminal en Chile y aseguró que el país se convirtió en su «segundo hogar».
En entrevista con Radio Bío Bío, dice que la banda ha logrado establecerse principalmente por la falta de competidores criminales que los confrontaran.
A pesar de la captura de varios miembros e incluso cabecillas de la organización del Tren de Aragua, afirmó que esto no ha logrado frenar sus operaciones en suelo nacional.
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Culpó como factores para la facilitación de la instalación de la agrupación en Chile el estallido social de 2019 y la llegada de la pandemia en 2020.
«La combinación de esto hizo que las autoridades enfocaran su atención en otros temas y no en el de la criminalidad y la inseguridad. De alguna manera, se dejó un espacio abierto para que un grupo como el Tren de Aragua se pudiera instalar», comentó.
En esa línea, dijo que otro factor para la llegada del grupo fue la migración venezolana. «Los migrantes son de alguna manera sus primeras víctimas, sus primeras fuentes de ingreso, porque ellos se dedicaban, entre otras cosas, al tráfico de migrantes, a la trata de mujeres para la explotación sexual y la extorsión», apuntó.
Explicó que a pesar de los constantes operativos que han ejecutado las autoridades y policías para desmantelar las operaciones del Tren de Aragua, aún hay actividad que puede estar vinculada con sus integrantes.
HACER CAER A UNO DE LOS CABECILLAS PODRÍA SUPONER MAYORES CONFLICTOS
También expuso que a diferencia de otros grupos en el pasado, ellos en vez de buscar la confrontación van por la negociación. Esto por los posibles vínculos con la banda criminal peruana Los Pulpos, que también tiene presencia en Chile.
«Si se da una alianza entre un grupo peruano y uno venezolano, que opera en Chile y en otros países, es un riesgo total para la región, porque van a querer seguir expandiéndose», advirtió.
En cuanto a las diligencias para capturar a Hector «el Niño» Guerrero, uno de los jefes de la organización criminal, argumentó que esto podría suponer un golpe importante, pero no el fin de sus actividades.
«Puede generar más bien una fragmentación de la organización y una pérdida de liderazgo, que puede derivar en otros grupos pequeños, incluso más peligrosos que el principal», explicó.
Por último, dejó una reflexión: «Hay otras estructuras que siguen operando, que tienen mucho poder, que están involucradas en negocios bastante grandes como narcotráfico, lavado de dinero, incluso trata de mujeres. Creo que los gobiernos deberían trabajar para combatir el crimen organizado en general y no enfocarse en un solo grupo».
