En Irán, la frustración de la población ha aumentado considerablemente debido a la percepción de que el gobierno de Teherán da prioridad a su apoyo a grupos militantes como Hezbolá y Hamás, relegando las necesidades internas.
Tras los recientes ataques de Israel a objetivos militares iraníes —en represalia por el lanzamiento de misiles de la República Islámica a inicios de mes— muchos iraníes han utilizado las redes sociales para expresar su descontento.
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En un contexto de profunda crisis económica, con una moneda debilitada y una inflación descontrolada, la ciudadanía cuestiona el enfoque del gobierno en conflictos externos, percibiendo un alejamiento de los problemas que los aquejan.
IMPACTO DE LA CENSURA
En Irán, uno de los países con mayores restricciones a la libertad de prensa según Reporteros sin Fronteras, la censura se activó inmediatamente tras los ataques israelíes.
Los medios estatales no informaron sobre los ataques inicialmente, mientras que los ciudadanos compartían imágenes y videos a través de redes sociales como Telegram y X, usando conexiones VPN para eludir la censura.
Las autoridades advirtieron a la población que compartir contenido de medios extranjeros podría considerarse espionaje, y, cuando finalmente confirmaron el ataque, minimizaron su impacto, asegurando que las defensas iraníes lo habían interceptado.
En contraste, Babak Dorbeiki, exdirector de comunicaciones del Ministerio de Cultura, criticó desde el extranjero la gestión de los medios estatales en situaciones de crisis, señalando que su falta de coordinación y transparencia refuerza el descontento popular.
Ante el hermetismo de las fuentes oficiales, muchos iraníes buscan información en medios independientes y en redes sociales desde fuera del país, resaltando la desconfianza hacia la narrativa gubernamental.
FALTA DE APOYO A LA PROPAGANDA ANTISEMITA
A pesar de los esfuerzos oficiales para movilizar a la ciudadanía contra Israel mediante un discurso antisemita, no ha habido manifestaciones significativas.
Los intentos del gobierno de fomentar hostilidad contra Israel no lograron el efecto esperado, ya que la población, según el historiador Arash Azizi, no desea una guerra con Israel y siente poca animosidad hacia ese país.
Aunque en otros países árabes han surgido protestas masivas tras la ofensiva israelí en Gaza, los iraníes se mantienen más preocupados por los efectos de un conflicto directo y las implicaciones de una guerra en la región.
PREOCUPACIÓN ECONÓMICA Y TEMOR A LA REPRESIÓN
El conflicto con Israel se suma a una grave crisis económica en Irán. La moneda iraní, el rial, ha alcanzado mínimos históricos frente al dólar y la inflación ha aumentado un 33% en el último año. Esta situación ha llevado a que muchos inversores retiren sus activos de la Bolsa de Teherán, anticipando un incremento en los precios y mayores dificultades financieras si la tensión continúa escalando.
Muchos ciudadanos critican la asignación de recursos a conflictos externos, mientras que las necesidades internas son desatendidas.
Al mismo tiempo, la oposición teme que una guerra con Israel agrava la represión dentro del país, aumentando la presión sobre los disidentes. Nazila Golestan, activista iraní radicada en París, afirma que el conflicto solo incrementaría la represión y dificultaría los esfuerzos hacia una mayor apertura democrática en Irán.
CONSECUENCIAS PARA EL FUTURO
El analista económico Alireza Salavati advierte que, incluso si el conflicto no escala a una guerra total, la situación económica seguirá empeorando, con el rial depreciándose y el precio de bienes básicos en aumento.
Ante la falta de respuestas del gobierno, el malestar público continúa creciendo, mientras la tensión con Israel se convierte en un factor desestabilizador que podría tener graves repercusiones para la estabilidad de Irán.