La continua devastación en Ucrania y la fatiga creciente entre sus aliados han impulsado un debate crucial: redefinir el concepto de victoria para enfocarse en un posible alto el fuego negociado.
Desde que comenzó la invasión rusa en febrero de 2022, el apoyo de Occidente ha sido esencial para mantener la resistencia de Kiev. Sin embargo, las realidades actuales sugieren la necesidad de replantear la estrategia.
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El conflicto ha sido extremadamente costoso para Ucrania. Con más de 300.000 bajas y una economía que se contrajo un 30% en 2022, el país enfrenta una crisis de infraestructura y recursos básicos, junto a una reconstrucción proyectada en 500 mil millones de dólares.
Esta situación también afecta a sus socios, que ven el conflicto como un desgaste de recursos vitales.
El concepto de victoria de Ucrania, que incluye la expulsión de las fuerzas rusas de todo el territorio, incluida Crimea, es ideal desde una perspectiva de integridad territorial. Sin embargo, sin una intervención militar directa de la OTAN, que implica riesgos de escalada nuclear, la liberación total se percibe como una meta difícilmente alcanzable.
PLAN DE VICTORIA DE ZELENSKY
Volodymyr Zelensky ha presentado un ambicioso “plan de victoria” para mantener la moral y el apoyo internacional. Sin embargo, este plan carece de objetivos diplomáticos claros y no aborda cómo persuadir a Rusia para negociar el fin del conflicto.
Richard Haass, analista de Foreign Affairs, advierte que prolongar la guerra sin una estrategia viable puede convertir el conflicto en un estancamiento agotador.
Haass y otros proponen una estrategia de apoyo militar continuo combinada con una negociación para un alto el fuego.
Esta propuesta implicaría redefinir la victoria: un acuerdo que mantenga a Ucrania como nación soberana y económicamente viable, pero sin exigir la recuperación de todo el territorio perdido.
La idea sugiere una negociación inicial para un cese al fuego basado en las líneas actuales de batalla, con una zona de amortiguación monitoreada internacionalmente, similar a lo que ha funcionado en Chipre.
A esta primera fase le seguiría una segunda, centrada en negociaciones sobre Crimea y el Donbás, y en la seguridad de Ucrania, que idealmente podría incluir la membresía en la OTAN o una alianza de defensa con otros países.
Aunque esta diplomacia presenta riesgos —pues Rusia podría usar un cese al fuego para reagruparse—, una garantía de apoyo occidental continuo podría disuadir futuras agresiones rusas.
Haass insta al presidente Biden a considerar esta opción mientras aún tiene el poder de hacerlo. Con las elecciones cercanas, Biden tiene una breve ventana para tomar decisiones que podrían establecer un camino hacia una paz sostenible, evitar un conflicto interminable y proteger tanto los intereses de Ucrania como la estabilidad global.