Uruguay tiene vigente al partido político más antiguo de latino américa; el Partido Nacional (188 años), los «blancos».
Colectividad que el próximo 24 de noviembre tiene cierta chance de seguir en el gobierno. Es como si en Chile, el Partido Montvarista o el Partido Conservador estuvieran plenamente vigentes y con mucho apoyo en las urnas.
DEMOCRACIA DE LA «CERCANÍA»
El escritor Mario Benedetti decía que ellos tienen una democracia de «cercanía». Claro, se trata de un país con sólo 3 millones y medio de habitantes.
Por ende, existe una importante amistad cívica. Lo vi claramente cuando estuve en Montevideo.
Se sabe que si el diputado cercano a uno, no está en el edificio del Congreso, lo puedes pillar en un par de cafés del centro, donde convergen los líderes de todos los colores.
Incluso, la rivalidad futbolística entre los dos grandes, se replica para algunos; la mayoría de la gente cercana a «los blancos» son hinchas de Nacional, y los de Peñarol tienen más adherentes en los uruguayos de centro izquierda.
Pero al final del día, las disputas políticas o deportivas no llegan a extremos a irreconciliables.
UN BALOTAJE CON EPÍLOGO INCIERTO
La primera vuelta en Uruguay dejó a nueve candidatos fuera de competencia y solo quedan dos en la contienda hacia la Torre Ejecutiva:
Yamandú Orsi, del centroizquierdista Frente Amplio, y Álvaro Delgado, del centroderechista Partido Nacional.
Todo se define el 24 de noviembre.
Los dos contendores ya tejen sus alianzas.
Y es que tanto Orsi como Delgado buscan convencer a los votantes no solo de que su opción es mejor, sino, sobre todo, de que su partido será capaz de asegurar gobernabilidad con un Parlamento que quedó dividido tras los comicios de primera vuelta.
Cuando faltan contarse solamente los votos observados, los resultados primarios le dan al Frente Amplio la mayoría absoluta del Senado (16 senadores de 30) y también 48 de las 99 bancas en la Cámara de Representantes.
En la cámara baja hay más división, con presencia de varios partidos chicos y sin mayoría absoluta de ningún bloque.
Alvaro Delgado, dijo que cree que es necesario llegar a acuerdos con los demás partidos, incluyendo el Frente Amplio:
“No solo llegar a acuerdos, sino que la gestión de algunos temas no necesariamente sea con miembros de la coalición. Porque si llegamos a acuerdos pensamos en una lógica mucho más… ni Peñarol ni Nacional: Uruguay”.
En tanto Orsi, indicó; “Creo que tenemos muchas más ventajas para la celeridad en las medidas urgentes que el país necesita, porque tenemos esas mayorías aseguradas en el Senado”, dijo el frenteamplista, en entrevista con Telemundo el martes.
“La gente nos dio un mensaje: nadie tiene mayorías (…) Hoy nadie tiene mayoría parlamentaria porque eso implica tener mayoría en las dos cámaras”, retrucó al otro día, Álvaro Delgado.
Orsi señaló que la negociación ha sido siempre “su prédica y su práctica”.
Que durante su mandato como intendente de Canelones logró acuerdos, aunque tenía las mayorías, y que eso lo convierte en la mejor opción para gobernar: “Lo principal es que mi campaña no va a ser contra el Partido Nacional o el Partido Colorado, sino a favor de un proyecto del país.
Es algo que nos diferencia, porque ellos definieron que es contra el Frente Amplio”, acotó el líder uruguayo.
Según analistas políticos, hay dos perspectivas para ver la foto de la pole position electoral:
Que el opositor Orsi parte un paso más adelante, al haber sido el partido individual más votado en la primera vuelta (44%) y haber conseguido la mayoría absoluta del Senado.
Por el otro, que los cuatro partidos que integran la actual coalición de Gobierno sumaron en total más votos que el Frente Amplio.
Por ende, si esos ciudadanos vuelven a votar a los partidos que ahora apoyan a Álvaro Delgado, éste tendría la mayoría en el balotaje.
ACTUAL EMPATE
Ignacio Zuasnabar, director de la consultora Equipos, dijo a la publicación Búsqueda que hay una especie de “empate”.
Agregó que “los dos tienen elementos para mostrar resultados positivos a partir de lo que ocurrió el domingo. Si uno mira una perspectiva más larga, evidentemente seguimos en un país donde hay dos bloques con peso similar”.
“Esta elección va a estar definida por microsegmentos, es decir, segmentos muy pequeños de electores”, agregó Zuasnabar.
Delgado se cree capaz de retener a los votantes de los distintos partidos que integraron la coalición oficialista liderada por el presidente Luis Lacalle Pou (Partido Nacional, Partido Colorado, Partido Independiente y Cabildo Abierto).
También de sumar votantes de los partidos pequeños que tuvieron menos del 1% de los votos cada uno. Por eso, dijo que confía en ganar por una diferencia “más amplia” que la que su sector logró en 2019.
Manifestó que no cree que haya “fuga” de votos hacia la oposición, que la coalición que gobernó los últimos cinco años “llegó para quedarse” y que los votantes “silenciosamente irán a elegir el camino de la continuidad”.
Orsi, en cambio, espera que ocurra lo que ya ha pasado en otros balotajes: que su partido crezca en los votos obtenidos.
“Históricamente, en la segunda vuelta los candidatos del Frente Amplio suelen recoger un porcentaje” importante de votos que no obtuvieron en la primera vuelta.
En cualquier caso, uno y otro tendrán que enfrentarse a una Cámara de Representantes dividida, en la que el partido Identidad Soberana, liderado por el abogado Gustavo Salle, obtuvo dos diputados clave para alcanzar cualquier mayoría.
Salle es un político que se define como antisistema y antivacunas. Anunció que votará “anulado”, y declaró respecto a su ingreso al Parlamento: “Entramos en la cueva de los vendepatrias”.
De ahora en más, ambas campañas realizan una ronda de entrevistas en medios de comunicación, recorrerán el país de punta a punta, buscando el contacto directo con los votantes, tan habitual en la política uruguaya de la «cercanía».