No es cambiar gabinete, es volver a tener uno Por Víctor Maldonado R.
No es solo que el 16 de noviembre se cumpla el plazo para que las autoridades del Ejecutivo dejen sus puestos para postular al parlamento. Eso no corre igual para todos los casos significativos. Lo que sucede es que, más allá de lo legal, es la correcta manera de proceder.
Parte de la buena relación entre adversarios en tiempos de competencia electoral es que ambas partes identifican y respetan normas de juego limpio. Separar la administración de la proyección privilegiada de figuras es uno de los aspectos que hay que establecer.
¿AHORA EL CAMBIO O TRAS LA SEGUNDA VUELTA DE GOBERNADORES?
Ahora viene un cambio de gabinete. Si fuera por el gobierno, este paso debiera esperar a que se produzca la segunda vuelta de gobernadores. La derecha puede obtener varios triunfos y no es conveniente un desgaste tan anticipado del equipo de reemplazo, pero hay que evaluar si eso es posible.
Mirado desde los ciudadanos, todo lo que ocurre de aquí a la Navidad se hace muy corto. La distancia al 24 de noviembre, fecha de la elección, parece bastante cercana, sin embargo, esta no es una carrera deportiva, sino una prueba política. Ocurre que a veces se acumula más desgaste en mantener un equipo que no se sostiene que en anticipar un paso obligado.
Aquello que permite ubicar el mejor momento para la modificación del equipo de ministros no se refiere a la petición de nadie, ni a calcular si el gobierno está cediendo a las presiones de unos u otros, tiene que ver con los objetivos.
EL PATO COJO RONDA LA MONEDA
Si La Moneda tiene por propósito central aquello que ha declarado, es decir, la aprobación de una agenda de temas estratégicos acotados en el parlamento, entonces lo que determina la oportunidad de cambio es tomar la decisión que permite que ese objetivo se cumpla.
En lo que va de esta administración, el Ejecutivo no ha sido diestro en aquello de manejar bien los tiempos, pero hasta el menos avispado se dará cuenta que su margen de maniobra se agota en forma progresiva, tanto por el corto lapso que le resta a la administración Boric como por su creciente limitación política.
Lo que suceda con el gobierno empezará a importarle cada vez a menos a las personas, incluidas a quienes se identifican con el oficialismo. Y si alguien piensa que puede pasar a otro asunto sin haber despejado mínimamente la asimilación interna del caso Monsalve, está muy equivocado.
CAMBIOS NO SOLO INMINENTES, NECESARIOS
Para retomar la iniciativa algo se tiene que modificar y eso, para que tenga importancia, solo pueden ser dos cosas: avanzar en la nominación del abanderado oficialista o el cambio de gabinete.
Como la nominación rápida va contra la lógica de las primarias y la voluntad de los partidos, lo que queda es actualizar el equipo político de La Moneda. Se puede realizar con riesgo de desgaste anticipado o después de las segundas vueltas regionales, cuando el gobierno sea cada vez menos gravitante.
La Moneda escoge, pero las opciones no representan un dilema demasiado difícil. Un gabinete se ordena desde la cúspide y es desde su centro donde se consiguen los equilibrios necesarios. Es esto lo que se ha perdido y por eso lo que tenemos es más una espera que un equipo. Hay que volver a tener gabinete.