El conflicto en Siria recrudeció esta semana con enfrentamientos masivos entre el Ejército del régimen de Bashar al Assad y grupos islamistas, en especial facciones vinculadas al Frente al Nusra.
La ofensiva, iniciada el miércoles en las provincias septentrionales de Idlib y Alepo, ha dejado al menos 132 muertos, según informes del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
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Los combates comenzaron cuando los yihadistas lanzaron un ataque sorpresa en un frente amplio, utilizando armas pesadas y medios militares avanzados.
Según el Observatorio, los enfrentamientos provocaron la muerte de 49 soldados del régimen sirio, incluidos cuatro oficiales, así como 65 combatientes de las fuerzas islamistas lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), grupo que controla gran parte de Idlib y zonas de las provincias de Alepo, Hama y Latakia.
MUERE GENERAL IRANÍ
Uno de los fallecidos en los combates fue un general iraní de la Guardia Revolucionaria, identificado como Kiyomarth Porhashmi, quien desempeñaba un papel clave como asesor militar en la región.
Medios iraníes señalaron que murió durante un ataque perpetrado por «mercanos takfiris del régimen sionista» en Alepo, lo que subraya la complejidad del conflicto y las tensiones regionales en torno a Siria.
El Ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, respondió con bombardeos masivos en la región. Según el Observatorio, al menos 21 ataques aéreos se realizaron en las últimas horas, alcanzando áreas cercanas a Alepo e Idlib. Entre las víctimas de estos bombardeos se reportaron al menos ocho civiles, incluidos cuatro niños, en la ciudad de Al Atareb.
ISLAMISTAS TOMAN RUTA CLAVE
La ofensiva permitió a los grupos islamistas tomar el control de varias localidades estratégicas, incluidas Dadikh, Kafr Batikh y Sheikh Ali, situadas cerca de la autopista M5, una ruta clave que conecta el norte del país con Damasco. La captura de estas áreas ha cortado una vía de suministros crucial para el régimen.
Estos enfrentamientos representan uno de los episodios más sangrientos en años en Siria, un país devastado por una guerra que desde 2011 ha dejado más de 500.000 muertos y millones de desplazados.
Aunque desde 2020 está vigente un alto el fuego impulsado por Turquía y Rusia, las violaciones al acuerdo son frecuentes, dejando en evidencia la fragilidad de cualquier intento de paz en la región.