Opinión

La coalición de los sobrevivientes

Víctor Maldonado R. Sociólogo.

Reformas políticcas más voluntad que calidad
Una cosa es jugar mal otra es perder
La señal más nítida de que un conglomerado ha llegado a su fin es cuando, ante una decisión importante, algunos deciden, otros son apenas informados y los últimos ni se enteran. Así le está ocurriendo al gobierno.

La señal más nítida de que un conglomerado ha llegado a su fin es cuando, ante una decisión importante, algunos deciden, otros son apenas informados y los últimos ni se enteran. Así le está ocurriendo al gobierno.

El oficialismo respalda una reforma política que hace que varios de sus partidos dejen de existir, pero los afectados lo supieron por la prens y todo se enfila rumbo a que unos pocos van a sobrevivir a la reducción forzada.

El sistema político debe ser modificado, es una necesidad, que solo algunos se enteren de lo que ocurre es una opción y eso es pasado por alto.

El senador De Urresti ha afirmado que su propuesta busca reducir el número de partidos porque “Chile no tiene 26 proyectos de sociedad”, algo que es muy cierto. El problema mayor es cuando ni siquiera uno tiene proyecto.

A la centroizquierda le falta candidato, estrategia y método para presentarse unida, pero tampoco tiene un programa de sociedad perfilado y puesto al día. Puede que muchos lo consideren como algo que está implícito, pero no es así.

Si fuera cierto, cualquier presidente de partido podría enunciar las principales tareas que una coalición renovada tendrá que abordar en el futuro próximo. Ninguno de ellos ha hecho nada parecido.

La multiplicación de partidos no es en sí mismo algo bueno, crea problemas por su amplia dispersión, pero reducir partidos no implica que los sobrevivientes sepan conducir automáticamente al país de un modo eficiente; sólo se habrán mostrado capacitados para eliminar de la cancha a sus socios menores.

Nadie puede afirmar que el solo hecho de tener partidos con más de 8 legisladores los convierta en organizaciones disciplinadas. ¿De qué escuela con experiencia en orden y disciplina lo habrían adquirido? ¿Por qué han callado todo el tiempo aparentando que son igual de desordenados que los demás?

De Urresti parece tener claro lo que sobra, pero no aquello que nos falta. Tener un proyecto de sociedad era algo mucho más usual en el pasado que hoy. Si un partido como el PC no parece convencido con la propuesta del senador socialista, no es porque improvise lo que le habla al país. Es que no le parece que se esté focalizando el esfuerzo en lo que más vale la pena.

Al menos se debiera debatir. Es lo que se hace regularmente antes de presentar proyectos de ley, cuando no son conejos los que salen de un sombrero por transversal que sea y por acordado previamente que se tenga con la derecha.

Al senador le parece razonable que existan entre 7 y 12 partidos, suena bien. Preguntémonos cómo es que se están comportando ahora los destinados a estar entre los sobrevivientes. ¿Qué se puede entender por un partido fuerte y sólido? Los partidos pequeños han proliferado por decisiones tomadas por un número acotado de organizaciones partidarias. No es otro su origen.

Nacieron por reglas del juego que les permitieron proliferar, sin considerar el efecto que tendría el crearlas. Ocurre a menudo. Puede que pocos partidos sobrevivan, pero antes no han dado muestras de particular perspicacia, si cada tanto tiempo se tienen que enmendar sus propias obras. Se quiere que de un cambio parcial se obtenga un resultado completo, algo poco razonable.

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