Rodrigo Fluxá Nebot es un periodista con olfato noticioso. En entrevista en CNN Chile, contó cómo apareció el tema de su último libro; «Corazón Partío».
Fluxa señaló que cuando trabajó en El Mercurio tenía la costumbre reporteril de leer en papel los diarios de regiones. Y justamente al leer La Estrella de Arica aparece un extraño anunció, sobre si alguien tenía antecedentes o información de un joven conscripto muerto en 1974 en Arica.
El aviso iba acompañado de una foto bien extraña; era una mezcla de retrato hablado con foto algo antigua.
Corazón Partío”, el nuevo libro del periodista Rodrigo Fluxá Nebot (44), no es poético ni se llama así en homenaje a la balada de flamenco y pop, escrita en 1997 por el cantautor español Alejandro Sanz. Tampoco es una etiqueta que lleve a festejar a un ser humano enamoradizo. No, “Corazón Partío” es -observa Fluxá- un apodo. Y, como tantos otros sobrenombres que circulan en la cultura callejera chilena, su sentido es completamente literal: el “Corazón Partío” tuvo existencia y nombre propio.
Se llamó Carlos Bravo Gallegos, vivió en Arica durante los años 70, y logró sobrevivir gracias al buen hacer de un médico que lo salvó de la muerte tras el ataque con arma blanca que le partió en dos el corazón.
Sin embargo, Carlos Bravo Gallegos no pudo contra un comando regional hasta hoy semi desconocido y denominado CIRE, que se creó en esa ciudad, durante los primeros tiempos de la dictadura militar.
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Se trató de un comando previo a la DINA para lugares más apartados del territorio nacional.
El “Corazón Partío” falleció asesinado a manos de agentes de inteligencia, pero no por ser de izquierda, sino por ser homosexual. Y el nuevo libro del periodista Rodrigo Fluxá buscó, contra todos los elementos, entre ellos el desierto, el olvido y la vergüenza, reconstruir su historia.
Doce años de investigación periodística le tomó atar suficientes cabos y hacer calzar piezas, como para poder lanzar su octava publicación individual, “Corazón partío. Gays perseguidos y asesinados en dictadura” (Catalonia).
Le ayudó en la misión el periodista Sebastián Palma. Antes de comenzar a mostrar los hechos, con fechas hacia adelante y atrás, como lo haría quizá un diario de vida no lineal, el texto advierte: “Los eventos relatados están respaldados en entrevistas grabadas a más de 100 personas, más de dos mil páginas de expedientes judiciales y tres cuadernos de notas que el autor utilizó como bitácora».
Rodrigo Fluxá conto además que resumió al máximo la información. Con la intención de escribir algo de lectura fácil, cómoda, no demasiado empalagosa.
También tuvo luchar contra el hastío que implica; «otro libro sobre el período de la dictadura». Quizás por eso intenta contar una historia llamativa y muy cruel. Donde existía un asesino confeso, una víctima asesinada, pero faltaba la trama, el contexto y las circunstancias.