La ciudad de Valdivia, región de Los Ríos, es reconocida por sus paisajes y ríos que atraen a miles de turistas cada año y se ha convertido en un ejemplo de innovación en temas de sostenibilidad.
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Así, después de un tiempo dedicado a monitorear la basura y realizar diversas limpiezas de playa, la ONG Lafken Lif, se ha enfocado en el reciclaje de colillas de cigarro.
Y gracias a la colaboración con la Seremi de Salud y empresas emergentes como IMEKO, se están dando los primeros pasos para solucionar este problema de manera sostenible.
El proyecto
Financiado por FODEMA del Departamento de Medio Ambiente de la Municipalidad de Valdivia, se originó a través del programa Científicos de la Basura de la Universidad Católica del Norte, y su objetivo es concienciar e involucrar a la comunidad en la problemática de la basura en el medio ambiente.
En la primera etapa del proyecto, se realizaron muestreos de residuos en playas con la en conjunto con las escuelas de Valdivia y la costa.
Estos estudios permiten aclarar la cantidad, composición y ubicación de los residuos. Asimismo, también sirve para monitorear su evolución a lo largo del tiempo, fomentando la colaboración entre ciencia y comunidad para proteger el entorno natural.
Implementación
Como medida para implementar el proyecto, se instalaron colilleros en playas emblemáticas de Valdivia, como Niebla y Curiñanco.
Esto con el fin de promover el reciclaje de colillas y garantizar una gestión adecuada de estos residuos. Además de educar a los visitantes sobre el impacto ambiental.
Asimismo, la implementación de los colilleros coincide con la temporada estival, donde miles de veraneantes llegan a estos lugares.
También, se realizaron jornadas de limpieza en la playa de Niebla en colaboración con la Seremi de Salud. «Con cada colilla reciclada, evitamos que compuestos altamente tóxicos contaminen la tierra y el agua, protegiendo tanto la biodiversidad como la salud de las personas», destacó Sofía Bahamondes, presidenta de la ONG Lafkén.
Finalmente, las colillas recolectadas son enviadas a IMEKO, una startup chilena pionera en reciclaje de estos residuos.
Economía circular
La empresa ha desarrollado un proceso químico innovador donde elimina las sustancias tóxicas de las colillas y transforma el plástico de sus filtros en Celion, una materia prima sustentable con múltiples aplicaciones industriales.
«Cada tonelada de Celion remueve hasta 5.6 millones de colillas del medio ambiente; este material tiene un 36% menos huella de carbono que el acetato de celulosa virgen y es reciclable, lo que permite potencia la economía circular», explica Catalina Melo, Encargada de Comunicaciones y Marketing de IMEKO.
Por su parte, Bahamontes señala que «no solo se remueven millones de colillas donde podrían estar contaminando, sino que también fomenta una economía circular, al convertir un residuo contaminante en un recurso útil para otros productos».
Chile se ha posicionado como un referente regional en la lucha contra la contaminación por las colillas. De hecho, Durante 2024, Lafken Lif recolectó cerca de 9.000 colillas en playas de Valdivia y a nivel nacional, se han instalado más de 1.000 colilleros gracias a la colaboración con IMEKO.
«Esperamos que Valdivia sea el ejemplo que inspire a otras ciudades del país a implementar proyectos similares, que involucren a la comunidad y hagan una diferencia real en ellas y el medio ambiente», comentó Bahamondes.
Problemática
Se estima que a nivel mundial las colillas representan entre el 30 y 40 por ciento de los residuos costeros y urbanos, siendo así una cifra preocupante para la flora y fauna de la costa.
En esta línea, Bahamondes explica: «Son un problema ambiental muy grave, porque contaminan el agua y el suelo, y pueden afectar a la biodiversidad».
En Chile el 33% de la población fuma, por lo que este es un problema alarmante.
En este punto, la Ley Chao Colillas, promulgada en 2022, busca proteger tanto la salud pública como el medio ambiente, prohibiendo fumar y desechar colillas en playas, ríos y lagos.
Sin embargo, como todos los layes el cumplimiento el cumplimiento enfrenta desafíos culturales y de fiscalización.
