Opinión

El país de las excusas: el rebote no es lo mismo que dar bote

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Evelyn Matthei
El gobierno ya entró en su fase final
No hay página principal de los diarios que no incluya a un dirigente dando explicaciones de por qué es que actuó como lo hizo.

El país de las excusas: el rebote no es lo mismo que dar bote Por Víctor Maldonado R.

Este principio del año político se ha caracterizado porque los más diversos actores han sido alcanzados por las consecuencias de sus acciones y reacciones. Muchos se han tenido que dedicar a justificarse.

No hay página principal de los diarios que no incluya a un dirigente dando explicaciones de por qué es que actuó como lo hizo.

El país de las explicaciones

Isabel Allende dice “pude haberme equivocado”. Catalina Pérez que borró mensajes, pero solo los “íntimos” con su expareja. Los ministros de gobierno que no afectaron el presupuesto de la policía y de la Fiscalía Nacional, sino que fue un efecto rebote (que casi los bota, hay que decir). El PC es consultado por qué muchas de sus altas figuras tienen las más bajas votaciones internas.

En fin, nadie se salva.

La nota común a todos estos hechos, a los que se pueden sumar muchos otros ejemplos, es que si una actuación no es autoexplicativa, la opinión pública pide que se le aclare porque, de otro modo, se entenderá que algo malo pasó.

El mínimo ético para postular a un cargo público

Se presume la culpabilidad del silencioso, aunque es verdad que en algunos casos es preferible dejar esta fuerte impresión antes que el personaje en cuestión abra la boca sin dejar ninguna duda al respecto.

Esta tendencia es tan general que me atrevería a sostener, no estoy poniendo mis manos al fuego porque lo digo con timidez, pero creo que llegará el momento en que hasta Miguel Crispi se tenga que comportar como el resto. Solicito que se tome como una hipótesis de trabajo que requiere de verificación.

Nos acercamos al inicio del proceso formal de la carrera a la presidencia con la certeza de que las exigencias de transparencia y de un actuar correctos se han convertido en el piso para poder postular al cargo que sea.

El discurso identitario

La cruel verdad para los afectados es que ya no quedan intocables, ni aspectos sobre los que no se pueda indagar si ellos tienen efectos sobre su actuación pública. Solo en el gobierno quedan casos de protección por amistad, pero son excepciones que están en continua remisión.

La gran diferencia con el pasado es que las defensas corporativas han dejado de operar y los afectados quedan súbitamente solos cuando de lo que se trata es de probidad y transparencia. Las caídas son ahora súbitas y graves.

Las opiniones, en cambio, han tenido una variación en sentido contrario: se puede afirmar casi cualquier cosa sin recibir una reprimenda colectiva por ello. Ahora le llamamos a esto tener un “discurso identitario”.

Se ha corrido el cerco de la derecha

Lo cierto es que se puede constatar que donde más se ha corrido el cerco es por el lado de la derecha. Sus candidatos más duros tienen licencia para hablar.

Hace unos años Kaiser tuvo que renunciar a su militancia en republicanos porque había hecho declaraciones tan inconvenientes para esas circunstancias que podía afectar las opciones electorales de Kast. Ahora, diciendo cosas bien parecidas, sube en las encuestas y parece muy normal.

La moraleja es sencilla: el futuro es de los coherentes, no de los políticamente correctos. Se ha vuelto usual votar por alguien que en parte tiene opiniones que nos parecen cuestionables, pero que no tiene tejado de vidrio. A todo esto, ¿a quién me dijo que quería apoyar?

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