José “Pepe” Mujica, exmandatario uruguayo y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció a los 89 años en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo. Su muerte fue confirmada por el presidente Yamandú Orsi, quien lo despidió con un mensaje cargado de emoción: “Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido. Gracias por tu profundo amor por tu pueblo”.
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El exguerrillero tupamaro y expresidente (2010-2015) batallaba desde hacía meses contra un cáncer de esófago. En enero pasado, Mujica reveló que la enfermedad había hecho metástasis y pidió que lo dejaran vivir sus últimos días con tranquilidad, recorriendo su campo en tractor y rodeado de los suyos. Su deseo fue cumplido en parte: hasta el final, siguió siendo un referente político, recibiendo visitas de líderes, artistas y periodistas.
DEL FUSIL A LAS URNAS: UNA HISTORIA DE TRANSFORMACIÓN
Nacido en un hogar humilde del barrio Paso de la Arena, Mujica fue criado por su madre tras la muerte temprana de su padre. En los años 60 se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), el principal grupo armado de Uruguay. Fue herido de bala, escapó de prisión y finalmente pasó 14 años encarcelado durante la dictadura (1973-1985), en condiciones extremas que afectaron su salud mental.
A su salida de la cárcel, lejos de renegar del sistema, Mujica optó por integrarse a la democracia. Fue diputado, senador, ministro de Ganadería y, finalmente, presidente. Desde entonces, su estilo austero, su filosofía de vida sencilla y su discurso de reconciliación lo convirtieron en una figura global. En 1995 llegó al Parlamento en moto, con jeans y camisa de mezclilla, y desde allí comenzó a forjar el mito del “presidente más pobre del mundo”.
PRESIDENCIA Y LEGADO PROGRESISTA
Durante su gobierno, Mujica impulsó políticas transformadoras. Promovió la legalización de la marihuana, el aborto y el matrimonio igualitario, y apostó por el desarrollo de las energías renovables. Si bien algunas de sus promesas no se cumplieron —como dividir el país en seis regiones—, su gestión marcó un giro progresista y consolidó al Frente Amplio como la principal fuerza política del país.
Conocido por frases filosas y reflexiones filosóficas, Mujica cultivó un perfil único: crítico del consumismo, admirador del perdón y enemigo del odio. “El odio no construye”, solía decir. Su popularidad lo mantuvo en el centro del debate incluso tras dejar la presidencia. Aunque renunció al Senado en 2020, su influencia siguió intacta.
EL ADIÓS DEL VIEJO LUCHADOR
En los últimos meses, Mujica fue clave en el regreso del Frente Amplio al poder. Su respaldo fue determinante en la elección de Orsi, su sucesor político, quien ganó las presidenciales de 2024. El día de la victoria, Mujica lo celebró en su casa, al lado de su compañera de vida, la exvicepresidenta Lucía Topolansky.
Pepe pidió ser enterrado en su chacra, junto a su perra Manuela. Su despedida cierra una vida intensa, marcada por la lucha armada, la cárcel, la resistencia, la democracia y la humildad. Como escribió el periodista Leonardo Haberkorn, Mujica cometió errores en su juventud, pero terminó sus días como un “lúcido decodificador del ánimo popular”.
Su legado, más allá de las urnas, es el de alguien que vivió con coherencia, sin miedo a cambiar, sin rencor y con una lección clara: el poder puede ejercerse sin perder la humanidad.
#ÚltimaHora | Murió José Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años. El exmandatario fue diagnosticado con cáncer de esófago en abril de 2024. pic.twitter.com/JaL4MBMZT2
— NMás (@nmas) May 13, 2025