Entrevistas y Reportajes

Marta Ugarte: su asesinato permitió conocer qué hacían con los cuerpos para hacerlos desaparecer

Santiago, Chile.

Mario López M. Periodista

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Licenciado en Derecho y Abogado

“El descubrimiento del cadáver de Marta Ugarte, mostró además del destino de los cuerpos de parte de los detenidos desaparecidos, que estos eran brutalmente torturados. No bastaba solo asesinarlos, sino que hicieron lo imposible para que no los encontraran”.

Un día después de la tercera conmemoración del golpe de Estado de 1973, el 12 de septiembre de 1976, apareció en la playa La Ballena, de la localidad de Los Molles, Quinta Región, el cuerpo sin vida de una mujer que presentaba signos de haber sido horrorosamente mutilada, con señas evidentes de participación de terceros en su muerte. La noticia, que en apariencia era propia de páginas rojas, ocultaba mucho más que un crimen, era la pista que faltaba para conocer, con pruebas fehacientes, cuál había sido el destino de un millar de detenidos desaparecidos en nuestro país.

HELICÓPTERO DE LA MUERTE

Por ello la dictadura se apresuró a ocultar el hecho, tratando de hacerlo parecer un crimen pasional más. Para ello contó con la complicidad de los medios de comunicación afines y de un puñado de periodistas que se prestaron conscientemente para el montaje.

Marta Ugarte Román, una profesora y dirigente del Partido Comunista que estaba desaparecida desde el 6 de agosto de ese mismo año, había sido secuestrada por “agentes de la DINA, pertenecientes a la Brigada Purén (…) y, sin que existiera orden alguna, procedieron a su detención, en la consulta del Dr. Insunza, oficina que estaba siendo vigilada por los organismos de seguridad; luego fue trasladada al centro de detención clandestino conocido como Villa Grimaldi o Terranova, donde se le mantuvo privada de libertad, interrogada y sometida a apremios físicos, siendo reconocida e identificada, por otros
detenidos, que en aquella época se encontraban en el mismo lugar”, consigna la sentencia que condenó en primera instancia a 28 criminales, todos ellos agentes del Estado.

“Aproximadamente el 9 de septiembre de 1976, Marta Ugarte Román fue trasladada junto a otros detenidos, desde el recinto Villa Grimaldi a la localidad de Peldehue, por agentes operativos de la DINA, lugar donde se le dio muerte, siendo cubierto su cuerpo con un saco y amarrada con alambre en su cuello, luego fue subida a un helicóptero Puma del Comando de Aviación del Ejército, cuya tripulación estaba constituida por un piloto, copiloto, un mecánico tripulante y un agente operativo de la DINA, aeronave que se elevó con destino a la costa, adentrándose en el mar, para enseguida desde la altura, lanzar su cuerpo en alta mar”, relata el fallo.

CONFESIÓN

Las declaraciones judiciales de uno de los asesinos, Emilio Hernán Troncoso Vivallos, integrante de la agrupación “Purén”, a cargo del Oficial Germán Barriga, señala textualmente: “(…) Marta Ugarte Román, fue trasladada junto a 7 u 8 detenidos vivos, en una caravana desde Villa Grimaldi a un sector eriazo de Peldehue, donde fue inyectada a pretexto de ser vacunada, sustancia que no la mató inmediatamente, por lo que tuvieron que abrir el saco entre “todos” y ahorcarla con un alambre, amarrarla e introducirla a la fuerza a un saco que fue subido a un helicóptero, para posteriormente ser lanzado desde las alturas al alta mar (…) la inyección que le puso (Osvaldo) Pinchetti, no le hizo mucho efecto, porque cuando la estaban echando al saco seguía viva o semi inconsciente y como estaban apurados, entre todos abrieron el saco y la ahorcaron con un alambre”, confesó Troncoso.

Por ello, cuando su cuerpo se azotó en el mar, las amarras de alambre que habían sido removidas de su envoltorio para estrangularla, permitieron que el cuerpo se liberara y las olas hicieron el resto, arrojándola a la playa. Los restos que fueron descubiertos por un vecino del sector, Marcel Dupré David, solo estaban cubiertos por “un trozo de tela y uno de alambre amarrado a su cuello, el que estaba cercenado y con signos claros de haber recibido apremios físicos, además, presentaba signos de pinchaduras en sus brazos”, señala la sentencia.

Desde la interposición del primer habeas corpus en favor de Marta por sus hermanas, para saber de su paradero y aún hasta después de encontrado el cuerpo, fueron varias las autoridades del Estado y del Poder Judicial que negaron que se encontraba detenida.

Al primer Recurso de Amparo, en noviembre de 1976, Manuel Contreras jefe del máximo órgano represor de la dictadura, contestaba un oficio a los tribunales señalando que “(Marta Ugarte) nunca ha sido detenida por personal DINA”. El ministro de Interior de la época, general César Benavides, negó la detención poco después. También aprovechó de recordarle al juez, las perentorias instrucciones que existían “para que los tribunales se abstengan, por razones de seguridad nacional, de requerir informes a la DINA sobre la situación de personas arrestadas o desaparecidas” (sic). Todas situaciones que constan del proceso.

VERGÜENZA «SUPREMA»

Sin embargo, que los secuestradores y torturadores lo nieguen, se puede entender en el contexto de evitarse responsabilidades por sus hechos, pero que el mismo presidente de la Corte Suprema lo negará, es inexcusable. El presidente del máximo tribunal se negó a recibir en audiencias a las hermanas de Marta, aduciendo que “el Servicio de Inteligencia había comunicado que no existía ninguna persona detenida con el nombre de Marta Ugarte”, y que con eso era suficiente.

La verdad oficial no podía reconocer que se trataba de una detenida, pues los detenidos desaparecidos para el régimen no existían, solo eran presunciones, invenciones de los activistas de Derechos Humanos, de los contrarios a Pinochet, del marxismo internacional y los tontos útiles. Menos podía aparecer la DINA tras los hechos y menos aún Manuel Contreras, su jefe y mano derecha del dictador. Había que actuar rápido y para ello asumieron que ya se les había escapado el manejo del cuerpo, trasladado primero al hospital de la Ligua y luego al Servicio Médico Legal de Santiago, para las autopsias correspondientes, por lo que tarde o temprano sería reconocido y la verdad develada.

El primer informe de fecha 14 de septiembre de 1976, “concluyó una muerte violenta en circunstancia de tipo homicida, donde la causa directa de muerte, fue politraumatismo y luxofractura de columna”. La segunda necropsia del 9 de septiembre de 1976, sería más detallada: “la causa de muerte fue por un traumatismo tóracoabdómino-pelviano, cuya ampliación de 22 febrero de 2010, determinó que el evento final, que la llevó a la muerte fue la asfixia por el estrangulamiento con alambre”.

LA MASACRARON

Asumido que no se podría ocultar el hallazgo del cadáver, la experiencia les había demostrado que sí se podía deformar la verdad entregada al público a través de los medios de prensa que les eran adictos. Para ello se redactó, desde la DINA, una especie de comunicado para que fuera dado a conocer como noticia propia por “periodistas que se prestaron para eso, pasando por alto todo Código de Ética”, avalando montajes groseros, puestas en escena indignas, que buscaban ocultar los horrorosos crímenes, como nos señaló la expresidenta del colegio de la orden Margarita Pastene.

No aparecen en la sentencia judicial, sin embargo, muchos de esos nombres, aunque son conocidos, sea porque fueron sancionados por el Colegio de Periodistas, porque firmaron las notas que daban cuenta de hechos falsos destinados a ocultar el verdadero crimen, así como a sus autores materiales o porque sus roles los delataron al firmar comunicados que negaron el vil asesinato. Nada se dice tampoco de los periodistas que dieron cuenta del descubrimiento del cuerpo “de una bella joven” a la que se dieron el morbo de describir como “de unos 23 años” que había sido “asesinada en un crimen pasional”, a sabiendas o debiendo saber que ello era falso, pues incluso tuvieron la osadía de “posar” junto al cadáver.

Las torturas que eran evidentes en el cuerpo de Marta Ugarte, tanto como su asesinato por parte de la DINA, intentó ser ocultado por la prensa chilena, a través de un montaje periodístico. Parte de ellos fueron los periódicos El Mercurio, La Segunda y La Tercera, principalmente. Este último medio publicó el 12 de septiembre de 1976, en las páginas de la crónica roja, la noticia sobre el descubrimiento del cadáver de una mujer desconocida, que había sido encontrado por un pescador en la playa de La Ballena, en Los Molles. Según la información, “la mujer habría sido asesinada por varios delincuentes”, esa fue la única verdad que dijo.

«HERMOSA JOVEN»

La periodista de “El Mercurio”, Beatriz Undurraga, publicó una nota de su autoría que tituló: “Crimen en la playa de los Molles. Asesinada hermosa joven de 23 años, presumiblemente estrangulada y abandonada en la playa”. Beatriz Undurraga vio el cadáver y aparentó una realidad falsa, mintiendo y buscando engañar al público. La noticia fue burdamente tergiversada, pues Marta Ugarte tenía 43 años y su cuerpo, tan martirizado, no aparecía de ninguna manera joven ni bello. Imposibilitada de ocultar su deleznable acción, Undurraga intentó justificarse, señalando que “pensó que era más joven por la extrema delgadez de la occisa”.

Otro periodista, Pablo Honorato, dio a conocer la noticia en el mismo sentido falso en “Las Últimas Noticias”. Ambos intentaron hacer creer que se trataba de la acción de algunos delincuentes o de una pareja despechada, tratando de ocultar la verdad evidente que tuvieron frente a sus ojos. La campaña de tergiversación noticiosa resultó definitivamente inútil, ya varias personas habían reconocido a Marta Ugarte en las fotografías del cadáver aparecidas en la prensa. También sus hermanas.

Estos profesionales de las comunicaciones terminaron impunes en esta sentencia criminal, pues no les juzgaron. No aconteció lo mismo en el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas, que sí realizó un reproche ético. Como recordara un ex dirigente del colegio de la orden, este organismo “fue uno de los pocos entes profesionales que pidió perdón por la actitud y actuación de algunos colegas que durante la dictadura colaboraron con el régimen de Pinochet”.

SOLO SANCIÓN ÉTICA

El colegio de la orden citó a los periodistas involucrados en el montaje, pues “siempre se escucha al colega acusado, aunque éste opte, como sucedió en algunos de estos casos, por no asistir a las audiencias”, recuerda el ex dirigente gremial, Patricio Martínez, agregando que “algunos nunca asistieron a las audiencias, sin embargo sí lo hizo Beatriz Undurraga, de El Mercurio, quien con posterioridad al proceso del Colegio y la sanción que se le aplicó, en una entrevista en un medio de televisión, declaró que lo que más le había dolido, era la sanción del Colegio de Periodistas”.

La sanción que se les aplicó a los periodistas fue básicamente por no haber cumplido con la premisa básica de los colegiados, cual es defender los Derechos Humanos, consagrado en el Código de Ética de la orden profesional. Como nos señalara la expresidenta del colegio, Javiera Olivares, “existieron colegas que no se han hecho cargo de su rol en la Dictadura”. Decenas fueron los montajes que estos profesionales avalaron con mentiras, donde ejecuciones fueron presentadas como enfrentamientos, entre ellos el de Rinconada de Maipú, donde una familia entera fue asesinada o el del periodista Augusto Carmona, editor en jefe del canal de la Universidad de Chile, asesinado el 7 de diciembre de 1977, caso que Pablo Honorato presentó como la “muerte de un subversivo en enfrentamiento”.

La sentencia consigna que “Las Ultimas Noticias”, de 14 de septiembre de 1976, señaló sobre el hecho: “hubo un crimen de estrangulamiento con un alambre a una joven desconocida de la zona, cuyo cuerpo fue encontrado desnudo en una playa solitaria, con señas de brutal violencia, con un alambre y un pañuelo, siendo Pablo Honorato el autor de la nota. (…) La teoría barajada, dice relación con la presencia de un peligroso maniático sexual. Con fecha 15 de septiembre de 1976, el mismo periódico establece que a Santiago envían sus huellas, que autores podrían ser drogadictos, que el cadáver fue arrojado en la playa “La Ballena”, que la muchacha presentaba signos de haber ingerido estimulantes con pinchazos en sus brazos, que podrían corresponder a agujas utilizadas por drogadictos para inyectarse, donde el ensañamiento quedó demostrado, con la herida corto punzante en el brazo derecho, asfixiándola con un pañuelo blanco y estrangulándola con un alambre el cual apretaron alrededor de su cuello”.

«UNA VIRGEN»

Las Últimas Noticias siguió deformando la verdad: “Titulares de publicación de 16 de septiembre de 1976 establecen que el informe de los médicos legistas, contempla que los asesinos simularon un estrangulamiento colocándole un pañuelo y un alambre alrededor del cuello, puesto que las causas de fallecimiento son consecuencia de contusiones internas múltiples y un traumatismo torácico provocado por golpes violentos. El mismo diario, con fecha 17 de septiembre de 1976, consigna que trasladan al Instituto Médico Legal de Santiago su cadáver para una segunda autopsia, que el estrangulamiento quedó descartado y que la joven no había sido violada, por el contrario, se trataba de una virgen”.

“El 18 de septiembre de 1976, el mismo periódico documenta que preparan el cadáver para una segunda necropsia, sin descartar una caída de altura provocada por terceros; es decir, que la mujer hubiera sido lanzada desde un edificio o desde un acantilado y que se hubiera falseado el sitio del suceso. El 19 de septiembre de 1976, el diario señala que la causa de fallecimiento sería el estrangulamiento y ahogo por inmersión en el agua, presumiendo que fue asesinada lejos del lugar y que junto al alambre habría sido atada una pesada piedra que al soltarse permitió que el cadáver saliera a flote”.

Por su parte el diario “La Segunda”, también perteneciente a la cadena El Mercurio, publica que “asesinaron a mujer por estrangulamiento, cuyo cadáver semidesnudo se encontró en la playa ‘La Ballena’”. El 14 de septiembre de 1976 los titulares del mismo periódico indican que nadie reclamaba el cadáver y que la mujer tiene quebraduras en ambas muñecas y en las dos piernas, además de signos evidentes de golpes en la región de la pelvis, antecedentes que indican que después de ser estrangulada fue arrojada desde una altura determinada y, posteriormente arrastrada hasta el lugar donde finalmente se produjo su hallazgo. Con fecha 15 de septiembre de 1976, los encabezamientos enfatizan que a la joven la mataron a golpes, que no fue estrangulada, dado que su muerte se debió a traumatismos múltiples en distintas partes del cuerpo, “puesto que el alambre que se encontró alrededor de su cuello fue colocado después que murió”.

GROSEROS MONTAJES

Continúa el fallo: “Otra página del mismo boletín indica que practican otra autopsia al cadáver y que lo que más ha llamado la atención de los detectives, es que el alambre amarrado al cuello es importado y, que el Informe realizado por el hospital de La Ligua, indica que el alambre fue utilizado para arrastrarla y no para estrangularla. El viernes 17 de septiembre de 1976 los titulares indican que existen nuevos detenidos y que fuentes policiales deseaban comprobar si el cadáver estuvo o no sumergido bajo el agua, dado que, en caso afirmativo, el alambre amarraba en un principio un peso, el cual se desprendió arrojando las aguas el cuerpo a la arena”.

De la otra cadena también se aportó en el montaje: La Tercera realizó diversas publicaciones desde el 14 al 20 de septiembre de 1976. Sostiene el medio, que con alambre de púas estrangularon en la playa a una mujer, agregando que la Policía especializada estima que se trataría de una venganza pasional, además que tres serían los asesinos del brutal homicidio, anunciando que harán segunda autopsia en el Instituto Médico Legal, llegando a asegurar que el alambre es utilizado en embalajes provenientes del extranjero y que existe la posibilidad de que la mujer haya sido ultimada en un lugar muy distante de la costa siendo su cadáver trasladado hasta la playa “La Ballena”.

El vil asesinato y la posterior aparición del cadáver de Marta Ugarte, sirvió para dejar en evidencia los procedimientos perversos aplicados por la dictadura de Pinochet con otros más de mil compatriotas que aún se encuentran en el fondo del océano, a la espera de verdad y justicia, la misma que Ugarte logró en parte. También dejó en claro que los montajes usaron a las grandes cadenas periodísticas del duopolio, las que se prestaron para la mascarada, lo mismo que los “comunicadores sociales” que divulgaron notas falsas sobre la muerte.

BORRARLOS PARA SIEMPRE

A su vez la dictadura también tomó sus precauciones dado el descubrimiento. A partir de esa fecha, se buscó dificultar la identificación en el caso de ser encontrados otros cadáveres de detenidos desaparecidos. Tras asesinar a los prisioneros, “se desfiguraban sus rostros, se borraban cicatrices y huellas digitales quemándolos con un soplete para soldar y se extraían las tapaduras de oro con un alicate. Posteriormente, se amarraba con alambre el cuerpo a un trozo de riel y se introducía en un saco que se aseguraba con más alambre. Preparados de esta forma, eran llevados a Peldehue, para ser introducidos en helicópteros del Comando Aéreo del Ejército y lanzados al mar, logrando su desaparición definitiva”, dan cuenta varias sentencias y nos ratificó Jorgelino Vergara, el “mocito de Contreras”.

El Abogado de DDHH. Adil Brkovic, comentó: “El que el mar la haya devuelto, permitió establecer con certeza, cuál fue el destino de gran parte de los detenidos desaparecidos, a partir de entonces, la dictadura ya no pudo negar ese hecho”. A su vez la diputada Lorena Pizarro, nos compartió su conclusión: “El descubrimiento del cadáver de Marta Ugarte, mostró además del destino de los cuerpos de parte de los detenidos desaparecidos, que estos eran brutalmente torturados. No bastaba solo asesinarlos, sino que hicieron lo imposible para que no los encontraran”.

El 21 de septiembre de 1976 fue asesinado en Washington el ex canciller de Allende, Orlando Letelier. Ese hecho desvió la atención sobre la situación de Marta Ugarte y la prensa afín a la dictadura dejó de informar, para evitar un bochorno de proporciones, al hacerse evidente el crimen de la DINA y la campaña de desinformación.

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email

Comenta este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

siete + dos =