Universidad de Chile enfrenta uno de sus momentos más delicados del último tiempo. Luego de una ilusionante campaña en el primer trimestre del año, el equipo dirigido por Gustavo Álvarez entró en un tobogán de malos resultados, decisiones discutibles y un plantel mermado por lesiones que amenaza con desmoronar el proyecto deportivo.
A la reciente eliminación en Copa Libertadores, se sumó la caída en Copa Chile ante Curicó Unido y dos derrotas en los últimos tres partidos de la Liga de Primera. De liderar en el ámbito internacional y golear en el local, la U pasó a transitar un camino de frustración, marcado por errores tácticos, lesiones musculares y un camarín que parece perder el rumbo.
ERRORES QUE CUESTAN CARO
El origen del declive azul se puede rastrear hasta el 23 de mayo, cuando Álvarez decidió alinear un equipo alternativo ante Deportes Limache, con el objetivo de reservar a sus figuras para el duelo copero ante Botafogo. Sin embargo, la planificación no dio frutos. La U cayó sorpresivamente ante el conjunto tomatero y, cuatro días más tarde, fue eliminada en Brasil a pesar de jugar 63 minutos con un hombre más.
Desde entonces, el equipo solo ha conseguido un triunfo: el 6-0 ante O’Higgins. Una victoria que más que levantar el ánimo, sirvió como espejismo de un derrumbe que se acentuó con la pérdida de piezas claves.
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LESIONES Y UN PLANTEL AL LÍMITE
La sobrecarga física ha pasado factura. Charles Aránguiz juega condicionado por una tendinopatía aquiliana. Leandro Fernández (esguince de tobillo) y Franco Calderón (dolencia en la planta del pie) siguen en recuperación. A ellos se suman Fabián Hormazábal, quien podría presentar un desgarro, y su reemplazante Nicolás Fernández, también en evaluación por molestias en el isquiotibial.
También hay bajas por indisciplina. Maximiliano Guerrero fue expulsado ante Coquimbo y podría recibir una sanción mayor tras hacer un gesto despectivo a la barra rival.
RENDIMIENTOS A LA BAJA
El mal momento de Universidad de Chile no se explica solo por las lesiones. Gustavo Álvarez ha sido criticado por sus decisiones tácticas y por no encontrar respuestas en los relevos. Javier Altamirano, Lucas Di Yorio y Marcelo Díaz han tenido actuaciones irregulares. Mientras que refuerzos como Gonzalo Montes, Julián Alfaro y el propio Fernández no han logrado consolidarse.
“Todo se resume en una palabra: irregularidad. Rendimientos bajos más falta de contundencia y algunas imponderables que no están a nuestro favor”, reconocía el DT tras la caída con Coquimbo.
El propio Aránguiz fue más duro: “Esto es un llamado de atención para nosotros, tenemos que volver al trabajo con humildad y tener un compromiso con esta camiseta”.
UN SEMESTRE QUE SE COMPLICA
La U marcha quinta con 22 puntos y dos partidos pendientes, pero ya no depende de sí misma. El desgaste físico y mental tras la Libertadores, sumado al desorden logístico en la planificación, han puesto al plantel en jaque. Además, la constante participación de jugadores en la selección mayor y sub-20 generó un desequilibrio que hoy se paga caro.
Como si fuera poco, Álvarez aparece como posible sucesor de Ricardo Gareca en la banca de La Roja, lo que podría aumentar la incertidumbre en el CDA. “Es una opción para cualquier equipo, porque es un muy buen técnico”, señaló Pablo Milad.
Mientras tanto, la dirigencia ya planifica refuerzos. La prioridad es un volante que pueda cubrir las deficiencias físicas de Marcelo Díaz y dotar de equilibrio al mediocampo. El segundo semestre asoma como decisivo. Universidad de Chile debe superar su crisis interna y recuperar el foco competitivo si quiere soñar con algo más que un cierre decoroso del año.
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