La guerra con Irán ha devuelto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al centro de una escena política que hasta hace pocos días parecía desmoronarse a su alrededor. En apenas una semana, pasó de enfrentar mociones de censura y divisiones internas a reunir el respaldo casi unánime de su coalición y parte de la oposición, en un contexto de máxima tensión bélica regional.
El jueves pasado, su gobierno de extrema derecha logró sobrevivir por escaso margen a una votación crítica en la Knéset, gracias a un acuerdo de última hora con los partidos ultraortodoxos. Sin ese pacto, Israel habría convocado elecciones anticipadas y Netanyahu habría quedado expuesto a una creciente ola de críticas por su gestión de la guerra en Gaza y los cuestionamientos judiciales por corrupción que arrastra desde 2019.
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Pero todo cambió el viernes, cuando Israel lanzó una ofensiva directa contra Irán. La acción bélica transformó el tablero político interno y unificó, en gran parte, al espectro parlamentario israelí. Incluso figuras opositoras como Yair Lapid y Naftali Bennett, ambos potenciales rivales en una futura elección, manifestaron su apoyo a los bombardeos, calificando el momento como “más allá de la política”.
Lapid, quien semanas antes pedía una tregua en Gaza, ahora respalda una ofensiva regional e incluso llamó a Estados Unidos a sumarse a la guerra. Bennett, por su parte, declaró que “no hay izquierda ni derecha” cuando se trata de enfrentar a Irán.
Desde el bloque de diputados árabes y de izquierda, sin embargo, se mantienen las voces críticas. La parlamentaria Aida Touma-Suleiman (Hadash-Ta’al) denunció el consenso como una «alineación automática» con Netanyahu, acusando a la oposición de abandonar principios fundamentales para plegarse al relato bélico del gobierno.
UN GIRO TRAS SEMANAS DE CRISIS
Hasta hace unos días, Netanyahu parecía al borde del colapso político. Las protestas masivas en Tel Aviv, las críticas del ejército y las universidades, y la presión por investigar su responsabilidad en los ataques del 7 de octubre de 2023 habían erosionado su legitimidad. Incluso se reportaban casos de reservistas que se negaban a volver al servicio activo.
Hoy, tras los ataques con misiles balísticos iraníes que alcanzaron Tel Aviv y Haifa —matando a 24 personas—, la percepción pública ha cambiado. Una encuesta del Canal 14 reveló un “apoyo abrumador” al primer ministro. La cobertura mediática en medios israelíes también ha virado en favor del gobierno.
Sin embargo, algunos analistas advierten que este repunte puede ser efímero.
EL RIESGO DE UNA APUESTA DESMEDIDA
Netanyahu ha apostado por una estrategia de máximos: en Gaza prometió una “victoria total” sobre Hamás; con Irán, busca desmantelar el programa nuclear e incluso sugiere un cambio de régimen en Teherán.
“Está haciendo una gran apuesta”, advierte Dov Waxman, académico de la Universidad de California. Si no logra avances concretos frente a Irán, el actual respaldo podría convertirse en rechazo. “Una guerra prolongada, con más víctimas israelíes, podría revertir el apoyo público y convertirlo en condena”.
Nimrod Flaschenberg, analista político, subraya que la narrativa instalada por Netanyahu —la de Irán como fuente de todo mal en la región— ha calado profundamente, minimizando otras causas como la ocupación de Palestina o las acusaciones de crímenes de guerra contra Israel. “Lo único que realmente puede frenar esta nueva guerra es una postura decisiva de Estados Unidos”, concluye.
Por ahora, Netanyahu disfruta de una inesperada tregua política. Pero su permanencia en el poder sigue ligada a un conflicto que podría escalar aún más —y cuyas consecuencias aún son imprevisibles tanto para Israel como para la región
La última guerra preventiva que vivió la región, la desfiguró por completo. Netanyahu ataca Irán porque está débil, pero si algo sabe hacer el régimen de los Ayatollahs es garantizar su supervivencia.
LA OFENSIVA DE LA DEBILIDAD https://t.co/XqXrrujA6L
— María Constanza Costa (@constanzacost) June 17, 2025