Internacional

Trump plantea cambio de régimen en Irán. ¿La historia se repite?

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

Trump
Foto: Publicado en X por @WhiteHouse
Las advertencias del pasado son claras: el cambio de régimen puede parecer una solución rápida, pero la historia demuestra que suele abrir la puerta a conflictos prolongados, inestabilidad regional y un sufrimiento civil inconmensurable.

La propuesta del presidente Donald Trump de impulsar un cambio de régimen en Irán ha reavivado temores sobre una mayor implicación de Estados Unidos en el conflicto en Medio Oriente. La historia reciente muestra que intentos previos de Washington por rediseñar la región por la fuerza han terminado en caos, conflictos prolongados y gobiernos inestables.

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“Si el actual régimen iraní no puede RECONSTRUIR LA GRANDEZA DE IRÁN, ¿por qué no habría un cambio de régimen?”, escribió Trump en sus redes sociales este fin de semana, luego de ordenar ataques a instalaciones nucleares iraníes. La declaración precedió a la represalia de Teherán, que lanzó misiles contra una base estadounidense en Catar.

A pesar del giro retórico, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, negó un cambio en la política exterior de Trump. Según afirmó, un enfoque más agresivo solo se aplicaría si Irán se niega a abandonar su programa nuclear o no se aviene al diálogo. Incluso deslizó la posibilidad de que un nuevo gobierno iraní surja de una revuelta popular, sin intervención directa de Estados Unidos.

Sin embargo, este enfoque recuerda episodios anteriores en que EE.UU. intervino militarmente en la región con consecuencias devastadoras. De Afganistán a Irak, las lecciones son claras.

DERROCAMIENTOS EXITOSOS… PERO DE CORTA DURACIÓN

En 2001 y 2003, Estados Unidos logró rápidamente expulsar a los talibanes en Afganistán y derrocar a Saddam Hussein en Irak. No obstante, ambas guerras se prolongaron por años. Afganistán volvió al control talibán tras la caótica retirada de 2021, e Irak cayó en un espiral de violencia sectaria e insurgencia prolongada.

Hoy, mientras Trump afirma haber desmantelado el programa nuclear iraní con bombardeos de precisión, Irán aún cuenta con fuerzas militares y paramilitares poderosas, como la Guardia Revolucionaria y los Basij, que han reprimido con dureza recientes protestas.

BOMBARDEOS NO BASTAN: SIN APOYO TERRESTRE, NO HAY GARANTÍAS

La historia de Libia en 2011 demuestra que los ataques aéreos no bastan. El derrocamiento de Muamar Gadafi fue posible solo tras meses de combates cuerpo a cuerpo liderados por rebeldes. En el caso de Irán, un país montañoso con 80 millones de habitantes y sin insurgencias activas capaces de hacer frente al régimen, una invasión terrestre por parte de EE.UU. o Israel parece improbable y sumamente costosa.

Una división interna en las fuerzas de seguridad iraníes podría generar una insurgencia, pero también arrastraría al país a una guerra civil. Además, la reacción de la población iraní podría no ser la esperada: aunque muchos critican al régimen, las experiencias pasadas muestran que frente a ataques extranjeros, el nacionalismo suele prevalecer.

LOS EXILIADOS, ALIADOS POCO FIABLES

En el caso de Irak, figuras opositoras en el exilio que impulsaron la invasión de 2003 fueron marginadas tras la caída de Hussein. Con Irán, varios grupos opositores operan desde el extranjero, pero carecen de cohesión y apoyo interno.

Reza Pahlavi, hijo del último sha, es la figura más reconocida, aunque su cercanía con Israel y su legado familiar generan rechazo en sectores clave de la población iraní.

EL RIESGO DEL CAOS Y LOS VACÍOS DE PODER

En Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen, el colapso de los regímenes abrió espacio a milicias armadas, potencias extranjeras, guerras civiles y la expansión de grupos extremistas. Irak, el vacío fue ocupado por milicias proiraníes. En Libia, Gadafi fue sucedido por una fragmentación total. En Afganistán, los talibanes volvieron al poder.

Las advertencias del pasado son claras: el cambio de régimen puede parecer una solución rápida, pero la historia demuestra que suele abrir la puerta a conflictos prolongados, inestabilidad regional y un sufrimiento civil inconmensurable.

 

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