Nacional y economía

Chomalí critica corrupción en el Estado y llama a recuperar probidad

Valeria Lagos

Chomalí
Foto: Agencia Uno
El arzobispo de Santiago pidió un proyecto común como país y advirtió sobre los efectos de una sociedad “materialista y sin Dios”.

En el contexto de la celebración de la Virgen del Carmen, en el Templo Votivo de Maipú, el arzobispo de Santiago y cardenal Fernando Chomalí abordó con dureza los recientes escándalos de corrupción que involucran a funcionarios públicos y miembros de las Fuerzas Armadas.

El cardenal se refirió particularmente a los casos de licencias médicas fraudulentas emitidas por médicos del sistema público y los tráficos de drogas detectados en unidades militares, temas que han provocado gran controversia en las últimas semanas.

“Si no tenemos como chilenos un proyecto en común, estas situaciones se van a seguir dando”, advirtió Chomalí, agregando que Chile se ha convertido en una “sociedad materialista, que solo piensa en el dinero, el lucro y la competencia”, lo que ha derivado en un profundo deterioro moral.

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Durante la homilía, el líder de la Iglesia católica chilena hizo un llamado directo a los fieles a transformar la corrupción en probidad, asegurando que “estamos llamados como católicos a dar ejemplo en nuestra vida”.

Chomalí reconoció, sin embargo, que la mayoría de los servidores públicos “son personas probas que sacan adelante al país día a día”, pero alertó sobre la necesidad de estar atentos a los signos de descomposición institucional.

Consultado por el avance del crimen organizado en las Fuerzas Armadas, el cardenal expresó su preocupación: “Son síntomas que nos deben poner en alerta… las causas son más profundas: una sociedad exitista, frívola y superficial”.

En un tono crítico, apuntó a los referentes políticos: “Si los candidatos se tratan mal entre ellos, ¿qué se puede esperar del alumno en la sala de clases o de la ciudadanía con sus autoridades?”

Además, enfatizó la necesidad de una nueva educación centrada en la virtud, devolver la autoridad a los profesores y volver a valorar a la familia como núcleo formativo.

“Sin autoridad ni referentes morales, una sociedad no puede vivir”, concluyó.

 

 

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