El Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil impuso este viernes nuevas medidas cautelares contra el expresidente Jair Bolsonaro, en el marco del juicio que enfrenta por su presunta participación en un intento de golpe de Estado tras las elecciones de 2022. Las medidas incluyen el uso de una tobillera electrónica, la prohibición de utilizar redes sociales y severas restricciones de movilidad y contacto.
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Además de ser vigilado electrónicamente, Bolsonaro no podrá acercarse a embajadas, ni comunicarse con diplomáticos extranjeros, otros acusados o procesados por el caso. También deberá cumplir arresto domiciliario nocturno, de 19:00 a 07:00 horas, incluyendo los fines de semana. La Policía Federal allanó su residencia en Brasilia y la sede del Partido Liberal (PL), mientras se le instalaba el dispositivo de monitoreo.
CINCO DELITOS Y HASTA 40 AÑOS DE PRISIÓN
El exmandatario ultraderechista está acusado de liderar una conspiración golpista junto a antiguos ministros y altos mandos militares, con el objetivo de evitar la asunción del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La Fiscalía le imputa cinco delitos, entre ellos golpe de Estado y abolición violenta del Estado democrático de derecho, con penas que podrían sumar hasta 40 años de cárcel.
Bolsonaro declaró que enfrentará el juicio “porque no tengo alternativa”. Mientras tanto, el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Lula, solicitó la detención preventiva de su hijo Eduardo Bolsonaro, quien ha estado presionando desde EE.UU. por una amnistía.
TRUMP INTERVIENE Y ESCALA EL CONFLICTO DIPLOMÁTICO
El proceso ha provocado una creciente tensión internacional. Donald Trump, presidente de EE.UU. y actual candidato republicano, calificó el juicio como una “caza de brujas” y anunció un arancel del 50% a las importaciones brasileñas si no se detiene el proceso judicial. Además, acusó al STF de dictar órdenes “secretas e ilegales” para bloquear perfiles que difunden noticias falsas.
En una carta enviada a Bolsonaro, Trump expresó su apoyo y exigió al gobierno brasileño “cambiar de rumbo”, dejar de “atacar a sus opositores políticos” y “poner fin al régimen de censura”. Lula respondió con dureza, calificando las amenazas de “chantaje inaceptable” y defendiendo la independencia del Poder Judicial.
Pese al cruce de declaraciones, Brasil ha reiterado su disposición a continuar negociaciones comerciales con Washington, mientras el conflicto escala en el plano político y diplomático. Por ahora, ambas naciones sostienen un enfrentamiento epistolar, sin señales claras de distensión.