Pasadas las 10 de la mañana de este miércoles, comenzó en la Cámara de Diputados la esperada discusión en Primer Trámite Constitucional sobre el proyecto de ley que reemplaza el CAE y otros créditos por un nuevo instrumento de financiamiento de la educación superior (FES), junto con un plan de condonación y reprogramación de deudas educativas.
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El debate se inició tras los informes presentados por las comisiones de Educación y Hacienda, expuestos al comienzo de la sesión por las diputadas informantes Emilia Schneider y Camila Rojas, respectivamente.
INICIATIVA
La iniciativa busca reemplazar los instrumentos de crédito actuales —como el Crédito con Aval del Estado (CAE), Crédito Corfo y Fondo Solidario de Crédito Universitario— por el FES, un mecanismo de financiamiento público para los estudios superiores.
La semana pasada, la Comisión de Hacienda despachó el proyecto; en esa instancia se aprobó la condonación, aunque se rechazó una indicación del Ejecutivo que buscaba modificar los criterios de acceso a la gratuidad.
Durante la discusión, la diputada Schneider —quien anunció que votará a favor— señaló que eran «Años, décadas de lucha contra el CAE y los créditos por estudiar».
«EL CAE NO DA PARA MÁS»
«Distintas generaciones hemos salido a las calles para decir fuerte y claro que la educación es un derecho, no un negocio, y que los bancos no tienen nada que hacer en esta materia. Contrario a lo que dicen algunos, el movimiento estudiantil hizo posible grandes cambios en nuestra sociedad y uno de ellos lo estamos votando hoy», afirmó.
Añadió que «Hay un consenso general en que el CAE no da para más».
«Es un despilfarro de recursos para el Estado y a la fecha nos ha costado más de 10 billones de pesos que vienen de los recursos de todos los chilenos y chilenas, pero además es un gran estrés financiero para las instituciones de educación superior y un abuso para las familias chilenas», destacó.
«Hoy, condonar las deudas educativas es justicia, es priorizar el bien común y sobre todo una política en favor de las clases medias y más pobres, con esas con las que muchos se llenan la boca en campaña».
LUCRAR
Por su parte, la diputada Ana María Gazmuri (AH) afirmó que durante mucho tiempo «Los bancos y universidades privadas lucraron con los sueños de miles de estudiantes».
«Este proyecto de ley pone fin a los intereses impagables, a la usura y la lógica abusiva mediante intermediarios financieros», subrayó.
En contraste, el diputado Diego Schalper (RN) anunció que votará en contra y señaló que el Presidente Gabriel Boric “nos tiene a todos con un infarto y quiere extender el paro cardíaco de seguridad y salud ahora al mundo de los estudiantes, al mundo de los profesionales, al mundo de las universidades”.
“¿Existe algún país en el mundo, presidente, que un mecanismo de financiamiento sea rechazado por las mejores universidades del país y, sin embargo, el ministro pretenda perseverar en él?”, cuestionó, interpelando al Mandatario, y agregó que «Basta de ofertones y populismo que en definitiva se ha traducido en promesas falsas que terminan perjudicando a la gente».
GOBIERNO
«El gobierno tenía la facultad de poder hacer un proyecto separado y dejar por un lado el financiamiento del CAE y, por otro lado, el financiamiento de la Educación Superior, pero lo hace a propósito, de manera conjunta, porque pretende hacer del CAE un caballo de Troya para tomar control del mecanismo de financiamiento de la educación y, de esa manera, vulnerar la autonomía universitaria», acusó.
En este sentido, apuntó que el FES constituye «un verdadero impuesto» y emplazó al ministro de Educación, Nicolás Cataldo, a separar el proyecto, limitándolo estrictamente al CAE. Siguiendo esta línea, el diputado republicano Agustín Romero afirmó que el proyecto «no es un simple mecanismo de financiamiento», sino que representa «un impuesto al capital humano disfrazado de solidaridad».
Por su parte, Stephan Schuber (Indep), quien indicó que votará en contra, reconoció que el CAE «Es un mal sistema que debe ser modificado», pero advirtió que no cualquier proyecto puede sustituirlo. En ese contexto, calificó este proyecto como «El Transantiago de la educación».