La voz de Marcelo Díaz marcó la llegada de Universidad de Chile a Santiago. El capitán cuestionó la falta de seguridad en Avellaneda y criticó al presidente del Rojo por pedir los puntos en medio de la crisis.
El plantel de Universidad de Chile regresó este jueves a Santiago tras el escandaloso partido suspendido ante Independiente por los octavos de final de la Copa Sudamericana. La violencia en las tribunas del estadio Libertadores de América opacó lo futbolístico y generó indignación en ambas parcialidades.
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En medio de la conmoción, la primera voz del camarín azul fue la de Marcelo Díaz. El capitán no escondió su tristeza y preocupación por lo vivido en Avellaneda, especialmente por los hinchas que resultaron agredidos. “Estamos con mucha pena por lo ocurrido, muy preocupados por nuestra gente, que fueron brutalmente atacados. Desde la cancha solo pudimos mirar, sin poder hacer nada. Eso es lo que más lamento”, expresó.
Díaz subrayó que varios futbolistas tenían familiares y amigos en la tribuna, lo que hizo aún más angustiante la situación. También reveló que parte de la delegación azul se quedó en Argentina para asistir a los hinchas afectados. “Fue demasiada locura, algo que no tenemos que normalizar en el fútbol. Nos afecta como familia”, dijo.
El referente criticó con dureza las falencias de seguridad en el estadio. Señaló que hubo invasiones a la cancha por parte de seguidores locales y agresiones directas contra hinchas azules que intentaban retirarse. “Vi un evento con muy pocas garantías de seguridad. Es algo que no puede volver a ocurrir”, apuntó.
Pero sus palabras más duras fueron dirigidas al presidente de Independiente, Néstor Grindetti, quien tras el partido pidió los puntos para su equipo. “En vez de preocuparse por la integridad de los hinchas, estaba preocupado de cosas futbolísticas. Me parece absolutamente fuera de contexto, repudiable a mi parecer. En este momento lo único importante es la salud de la gente”, sostuvo el capitán azul.
Las declaraciones de Díaz evidencian el malestar que existe en la U no solo por los incidentes, sino también por la respuesta institucional del cuadro argentino. Ahora será la Conmebol la que deberá resolver tanto el futuro deportivo de la llave como las sanciones derivadas de la vergüenza vivida en Avellaneda.