El Servicio Electoral (Servel) mantiene “en revisión” la rendición de gastos de la campaña presidencial de Carolina Tohá (PPD), cuya fallida candidatura en las primarias del oficialismo dejó un pasivo de $177 millones. Aunque el trámite contable es rutinario, la magnitud de la deuda reavivó un viejo problema: qué ocurre cuando las campañas no cuentan con financiamiento fiscal y los partidos quedan obligados a responder con su propio patrimonio.
Según los datos publicados por el Servel, el comando de Tohá recaudó $260 millones, menos que Gonzalo Winter (Frente Amplio), pero gastó más que todos sus competidores: $437 millones. La diferencia dejó un saldo negativo que deberá ser asumido entre la exministra y el PPD, cuyo secretario general y administrador electoral, José Toro, evitó referirse públicamente al tema.
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En el oficialismo reconocen que no se ha discutido la posibilidad de nuevos aportes de los partidos aliados. De hecho, el PS y el PPD ya realizaron donaciones relevantes durante la campaña, mientras que el PR y el PL apenas hicieron aportes simbólicos. La falta de financiamiento público en primarias vuelve aún más complejo el escenario para asumir los compromisos con proveedores y colaboradores.
Carolina Goic (DC) y Catalina Parot (ex RN) también acumularon deudas millonarias en elecciones anteriores y refinanciaron esos pasivos mediante créditos personales o hipotecarios.
En el Congreso, el episodio ya gatilla cuestionamientos al diseño del sistema de financiamiento electoral, que asegura transparencia en los montos pero deja en la incertidumbre a quienes no logran reembolso estatal.
Mientras Jeannette Jara (PC) cerró su campaña con saldo positivo y Gonzalo Winter y Jaime Mulet terminaron en equilibrio, Tohá encarna una realidad recurrente: en Chile, perder una primaria puede implicar cargar con una deuda que compromete no solo a los candidatos, sino también a los partidos que los respaldan.