La nominación de la expresidenta Michelle Bachelet como candidata de Chile a la Secretaría General de las Naciones Unidas abrió un debate político inmediato en el país. El anuncio lo hizo el presidente Gabriel Boric durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, destacando la trayectoria internacional de Bachelet como exmandataria, directora de ONU Mujeres y Alta Comisionada de Derechos Humanos.
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El gobierno defendió la postulación como una política de Estado, señalando que Bachelet representa una figura capaz de tender puentes entre el norte y el sur, Oriente y Occidente, y que su reconocimiento internacional fortalece la voz de Chile en instancias multilaterales.
CRÍTICAS Y APOYO
Sin embargo, la oposición reaccionó con dureza. Parlamentarios de la UDI y RN acusaron al mandatario de “extralimitarse” y de comprometer una decisión que debió reservarse para el próximo gobierno, aludiendo a las elecciones presidenciales en curso. Otros sectores de derecha calificaron la nominación como un “gustito” personal de Boric, mientras algunos críticos recordaron deudas pendientes del legado de Bachelet en materias como seguridad, migración y derechos humanos.
En contraste, desde el oficialismo y especialmente en el Partido Socialista, la noticia fue recibida con orgullo. Voceros destacaron que se trata de una oportunidad histórica para que una latinoamericana —y una mujer— asuma el liderazgo del organismo multilateral más importante del mundo.
Más allá de las reacciones locales, el desafío será internacional: la Secretaría General de la ONU es un cargo altamente disputado, sujeto a complejas negociaciones diplomáticas. En Chile, en tanto, la nominación promete seguir marcando la agenda política de las próximas semanas.







