la pura violencia no es la solución, nos dice el Periodista y Premio Nacional de Periodismo, Abraham Santibáñez.
Desde que se conoció fue calificada unánimemente como “letal”, la más mortífera de su tipo en los últimos tiempos en Río de Janeiro y probablemente el país. La operación policial contra el Comando Vermelho, la mayor organización criminal de Brasil, dedicada al narcotráfico, la extorsión, el secuestro y el sicariato, costó la vida de por lo menos 132 personas.
Fue una mortal demostración de lo que muchos creemos es la peor arma imaginable en este combate. El crimen, en especial el de las bandas de narcotraficantes, no se termina con más violencia. La lucha, en estas condiciones, se traduce inevitablemente en la muerte de decenas de civiles, atrapados en medio de una infernal balacera. Hay que considerar, además, que los líderes del narcotráfico no viven en favelas ni en campamentos. En todo el mundo gustan de lucir lujosas viviendas y automóviles de “alta gama”. Son los “soldados” quienes, obligados o no, deber estar cerca de sus clientes.
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La lección de este mal planificado ataque es que una razzia de este tipo genera más dolores y problemas que soluciones. Es popular, sobre todo en una campaña presidencial, enarbolarlo como el camino más adecuado. No lo es. Puede tener éxito, como Bukele que ha hecho de El Salvador “el país más seguro de América Latina”. Pero ¿será así para siempre? ¿Qué pasará en el futuro? Lo único seguro es que el odio y los resentimientos se harán cada vez más profundos e irreparables.
Según la analista brasileña Julita Lemgruber, consultada por la agencia EFE. «todo indica que la operación (contra el Comando Vermelho) tiene fuerte marca política y, considerando que no sirve absolutamente para nada en términos de seguridad pública, está al servicio de las próximas elecciones y de gobernantes que quieren vender la falsa idea de que están combatiendo el crimen».
La creencia de que la violencia solo se puede combatir con más violencia, es la más peligrosa tentación que se vive en Chile en estos polarizados días electorales.
El aumento de crímenes, la importación de tecnologías y métodos como el secuestro, es una alarmante realidad en nuestro país. Es la razón urgente que obliga al aparato público a revisar planes e implementarlos con personal especializado y recursos.
Esto es lo que se omitió en Río de Janeiro.
Es un error que no debemos repetir, por seductor que parezca a primera vista.




