Política

Kast cierra con estigmas: “de la flojera al rendimiento”

La despedida no cambió nada, pero lo clarificó todo. Chile deberá elegir entre un relato que divide a su propia gente y otro que, con todos sus matices, al menos intenta hacerse cargo de gobernar.

Kast cierra con estigmas: “de la flojera al rendimiento”

La frase final de José Antonio Kast no solo fue un eslogan:
fue un juicio moral sobre los chilenos.

“Pasar de la flojera al rendimiento”, dijo, en un mensaje que instaló la idea de que el país no mejora por culpa de su propia gente.
Un cierre que volvió a culpabilizar al ciudadano, no a la política pública ni al Estado.

El tono no sorprendió:
Kast insistió en oponer mediocridad y excelencia, desorden y orden,
como si la elección fuese un examen moral.
Esa narrativa ya había atravesado todo el debate,
donde evitó responder una y otra vez preguntas directas sobre migración, derechos laborales, indultos y recursos fiscales.

Su despedida remató lo que había hecho en cada bloque:
ninguna precisión técnica,
sí mucha carga simbólica y una apelación al miedo.

Jara apuesta por unidad, certezas y decisiones de Estado

Jeannette Jara ocupó su minuto final para reforzar un mensaje opuesto:
unidad, gestión y decisiones informadas.

Reconoció desafíos en seguridad, economía y empleo,
pero sin catástrofes inventadas ni promesas mágicas.
Su cierre habló de usar todas las herramientas del Estado para enfrentar el crimen organizado,
impulsar crecimiento con equidad
y fortalecer a las pymes desde el mercado y no desde el eslogan.

Mientras Kast siguió instalando una supuesta degradación moral del país,
Jara habló de esperanza, acuerdos y certezas democráticas.
Un contraste nítido en forma y contenido.

Dos despedidas, dos visiones de país

El cierre del debate selló la diferencia principal de la noche:

  • Kast volvió a una lógica de trinchera:
    descalificar la realidad actual con frases moralizantes
    y evitar preguntas incómodas sobre su propio programa.

  • Jara insistió en ofrecer estabilidad, respeto y datos,
    un discurso que propone gobernar desde la gestión y no desde la alarma permanente.

La despedida no cambió nada, pero lo clarificó todo.
Chile deberá elegir entre un relato que divide a su propia gente
y otro que, con todos sus matices, al menos intenta hacerse cargo de gobernar.

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