Internacional

CEPAL prevé menor dinamismo económico para la región en 2026

Editado de agencias y medios internacionales por Cristian Navarro H.

Periodista

CEPAL
Foto: Publicado en X por @cepal_onu
La CEPAL plantea que el desafío ya no es solo crecer más, sino cambiar la forma de crecer.

La región enfrenta un punto de inflexión económico. Más que un simple ciclo de bajo crecimiento, América Latina y el Caribe comienzan a evidenciar el desgaste de los motores que sostuvieron la actividad tras la pandemia. Así lo plantea la CEPAL en su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2025, donde proyecta un crecimiento promedio regional de 2,4% en 2025 y de 2,3% en 2026, consolidando cuatro años consecutivos de expansión débil.

El diagnóstico es claro: el consumo privado —principal sostén del crecimiento reciente— perderá dinamismo, al tiempo que la demanda externa dejará de aportar con la fuerza observada en años anteriores. Este cambio de tendencia se produce en un contexto de menor creación de empleo y de un escenario internacional más incierto, lo que anticipa un 2026 con márgenes estrechos para sostener la actividad económica.

Lea también Trump insiste en Groenlandia y eleva la tensión con Dinamarca

La CEPAL advierte que el consumo explicó más de la mitad del crecimiento del PIB regional en los últimos años, pero su contribución comenzará a reducirse ya en 2025 y con mayor claridad en 2026. El enfriamiento del mercado laboral y el menor impulso del comercio internacional aparecen como factores decisivos detrás de esta desaceleración.

UN MAPA ECONÓMICO DESIGUAL ENTRE SUBREGIONES

El panorama, sin embargo, no es homogéneo. América del Sur crecería 2,9% en 2025, impulsada por la recuperación de economías como Argentina, Bolivia y Ecuador tras las contracciones de 2024, aunque en 2026 se desaceleraría a 2,4%. Centroamérica avanzaría 2,6% en 2025, afectada por el menor dinamismo de Estados Unidos, su principal socio comercial, con una recuperación parcial a 3,0% en 2026, todavía expuesta a vulnerabilidades estructurales vinculadas al comercio, las remesas y el financiamiento.

El Caribe, en tanto, mostraría las cifras más altas —5,5% en 2025 y 8,2% en 2026— gracias al auge petrolero de Guyana y a la normalización del turismo y la construcción. No obstante, la CEPAL advierte que esta subregión mantiene una alta exposición a desastres naturales, lo que condiciona su capacidad de sostener estos ritmos de crecimiento.

RIESGOS PERSISTENTES Y EL DESAFÍO DE CAMBIAR EL MODELO

En paralelo, el empleo también pierde tracción. La CEPAL estima que su crecimiento bajará de 2,0% en 2024 a 1,3% en 2026, mientras que la inflación regional se mantendría contenida, con una mediana proyectada de 3,0% en 2026, cercana a los objetivos de los bancos centrales, pero aún condicionante para el consumo y la inversión.

El informe subraya que el desempeño económico de 2026 estará atravesado por riesgos externos —como la evolución de la economía mundial, la política monetaria de Estados Unidos y la volatilidad financiera— y por tensiones internas asociadas al mercado laboral, el peso del servicio de la deuda y la vulnerabilidad estructural frente al cambio climático.

Frente a este escenario, la CEPAL plantea que el desafío ya no es solo crecer más, sino cambiar la forma de crecer. Su secretario ejecutivo, José Manuel Salazar-Xirinachs, sostuvo que la región debe abandonar la “trampa de bajo crecimiento” mediante políticas de desarrollo productivo más ambiciosas, combinadas con marcos macroeconómicos capaces de movilizar recursos hacia la innovación, la diversificación productiva y la creación de empleos de calidad.

El mensaje de fondo es contundente: sin una transformación productiva profunda y una mayor resiliencia económica, América Latina y el Caribe seguirán atrapadas en un crecimiento insuficiente para reducir desigualdades y enfrentar un entorno global cada vez más incierto y fragmentado.

 

Comparte en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email