La corrupción en el tenis ya no es un hecho aislado ni circunscrito a figuras conocidas. El reciente castigo contra Pang Renlong expone una realidad más profunda: el foco de las redes de arreglo de partidos está puesto en los niveles más bajos del circuito, donde la vulnerabilidad económica de los jugadores abre la puerta a prácticas ilícitas cada vez más extendidas.
El tenista chino, de 25 años, recibió una sanción de 12 años de suspensión y una multa total de US$110 mil, luego de admitir su participación en una trama de amaño que involucró 22 partidos entre mayo y septiembre de 2024. La Agencia Internacional de Integridad del Tenis adoptó la decisión y en los últimos meses endureció su política sancionatoria frente al aumento de este tipo de casos.
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UN PATRÓN QUE SE REPITE EN EL CIRCUITO MENOR
Renlong reconoció haber arreglado cinco partidos propios en torneos del ITF World Tennis Tour (M15 y M25) y en un Challenger 50, además de realizar 17 acercamientos corruptos a otros jugadores, lo que derivó en seis encuentros adicionales manipulados. Su mejor ranking —1316 del mundo en singles— grafica el perfil que hoy preocupa a las autoridades: deportistas alejados del circuito principal, con escasa visibilidad y premios limitados.
SANCIÓN EJEMPLAR Y COOPERACIÓN
El castigo rige hasta el 6 de noviembre de 2036 y se contabiliza desde noviembre de 2024, cuando comenzó su suspensión provisional. Durante ese período, el jugador no podrá competir, entrenar ni asistir a eventos avalados por organismos como la ATP, ITF, WTA o los Grand Slams. De la multa impuesta, US$70 mil quedaron en suspenso, condicionados al cumplimiento íntegro de la sanción.
Un elemento clave del caso fue la colaboración del propio jugador, quien renunció a apelar y aceptó la sanción acordada, evitando una audiencia formal. Para la ITIA, este tipo de cooperación es relevante, pero no atenúa la gravedad de los hechos.
MÁS ALLÁ DE UN NOMBRE
Aunque Pang Renlong no era un protagonista del circuito, su caso se suma a una seguidilla de sanciones históricas —como la reciente suspensión de 20 años al francés Quentin Foillot— que refuerzan una señal clara: el tenis enfrenta una amenaza estructural en sus categorías menores, y las autoridades buscan cortar de raíz cualquier incentivo al amaño con castigos cada vez más severos.
El mensaje es inequívoco: incluso lejos de las grandes canchas y los focos mediáticos, la integridad del deporte es una línea roja que ya no admite concesiones.







