Entrevistas y Reportajes

Reportaje: Cárcel sin muros

María Fernanda Pavéz Báez, periodista

Relación gendarmes y reos
Foto Archivo: Agencia Uno.
Pese a que el foco de la indagación se concentró en el Centro de Detención Preventiva Santiago 1, las prácticas irregulares confirmadas y expuestas a la opinión pública son reconocidas como comunes en prácticamente todas las cárceles del país. Lo informado vino así a confirmar un secreto a voces,

Reportaje: Cárcel sin muros. Gendarmes y bandas criminales negociando tras las rejas es más que un solo «Apocalipsis».

Celulares, drogas y favores sexuales, entre otras cosas, circulaban dentro de las cárceles chilenas con la venia de quienes debían custodiar el orden. La Operación Apocalipsis destapó una red de corrupción al interior del sistema penitenciario, donde funcionarios de Gendarmería habrían facilitado el ingreso de aparatos de comunicación, sustancias ilícitas y otros elementos prohibidos a distintas cárceles del país, a cambio de dinero.

¿No solo Santiago 1?

La investigación reveló vínculos directos entre gendarmes y bandas criminales organizadas, dejando al descubierto graves fallas de control, una profunda vulneración de la seguridad penitenciaria y el fortalecimiento del crimen desde el interior de los recintos. Los antecedentes encendieron las alertas sobre el real nivel de penetración del delito organizado en las cárceles chilenas.

Venta de celulares, pagos por visitas de mujeres para encuentros sexuales, comercialización de mercadería para eventos especiales, intercambio de dinero a cambio de favores y abuso de poder por parte de funcionarios hacia internos son algunas de las prácticas que quedaron al descubierto en una investigación que involucró a miembros de la institución encargada de la seguridad penitenciaria del país.

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Gran parte de esta información ya era conocida entre los profesionales de este medio de prensa, gracias a una serie de indagaciones obtenidas a partir de testimonios de hombres privados de libertad que, hasta hoy, mantienen fácil acceso al exterior mediante aparatos móviles conseguidos en el mismo lugar que alberga a delincuentes.

Pese a que el foco de la indagación se concentró en el Centro de Detención Preventiva Santiago 1, las prácticas irregulares confirmadas y expuestas a la opinión pública son reconocidas como comunes en prácticamente todas las cárceles del país. Lo informado vino así a confirmar un secreto a voces, exhibiendo con mayor detalle la acción criminal que opera desde el interior de los recintos penitenciarios.

Santiago 1 el epicentro de la corrupción

La Operación Apocalipsis puso el foco en el recinto que concentra la mayor cantidad de funcionarios detenidos y donde se describen la mayoría de los delitos investigados, a diferencia de otros complejos penitenciarios como Colina 1.

Desde el Gobierno se ha reconocido que este lugar presenta una complejidad particular. Se trata de una cárcel diseñada originalmente para recibir cerca de dos mil personas y que hoy supera con creces esa capacidad, con una población compuesta mayoritariamente por imputados considerados más refractarios que los condenados, además de una alta presencia de personas extranjeras vinculadas a delitos graves o violentos.

Esta combinación de sobrepoblación, diseño estructural insuficiente y nuevas dinámicas criminales ha lo convertido en uno de los más complejos del sistema penitenciario chileno.

Reglas negociables

Por más de 40 minutos de transmisión en vivo a través de redes sociales, no es la primera vez que este personaje, respetado entre sus pares, realiza lives con sus seguidores mediante esta plataforma. Suele conectarse durante las noches, en transmisiones esperadas tanto por jóvenes como por adultos que sucumben al morbo de acceder a lo que, en teoría, parece prohibido.

Desde adentro del recinto, este interno acepta hablar bajo reserva de su identidad y describe una rutina que desmiente cualquier idea de aislamiento. Posee un teléfono celular con acceso a internet, lo que le permite comunicarse con personas de su interés. Gracias a ello, realiza conexiones en directo a través de TikTok, acumulando un significativo número de seguidores que esperan permanentemente su aparición, las que incluso le permiten recibir dinero extra mediante regalos que se monetizan en la red social.

Según relata, esta actividad es conocida por los gendarmes, los mismos con los que se comercializa el ingreso de teléfonos celulares.

Los “pacos”, como les llaman a los gendarmes, “se hacen buenas monedas vendiendo y después revendiendo el mismo celular cuando lo incautan. Se las saben todas. Acá a todos nos conviene tenerlos de buena y a ellos también, para qué lo vamos a negar. La cárcel es pa’ los vivos”.

Explica que esa confianza le ha permitido, a él y a muchos otros presos, moverse con libertades impensadas dentro de la cárcel y mantener un negocio digital activo desde su celda, en un sistema donde el control se diluye y las reglas parecen negociables.

Ilegalidad normalizada

Su testimonio, cruzado con antecedentes de la Operación Apocalipsis, expone una dinámica en la que funcionarios encargados de la custodia terminan siendo parte del engranaje que permite prácticas abiertamente prohibidas, transformando el encierro en un espacio donde la ilegalidad no solo persiste, sino que se administra.

Entre bromas, sarcasmos, burlas hacia sus autoridades y demostraciones de poder, este hombre da a conocer las supuestas bondades de una vida tras las rejas en la que celebraciones, facilidad para realizar actividades castigadas por la ley y venta de todo tipo de artículos y sustancias, por mencionar solo algunos beneficios irregulares, se llevan a cabo a diario con total descaro.

“Afuera están diciendo que hicieron una gran investigación donde descubrieron cosas criminales, y es para reírse, porque hace muchos años que esto está pasando. Yo tengo una condena anterior y era lo mismo, la diferencia es que ahora, con las redes sociales, nos ven más”, comenta el entrevistado.

El uso de aparatos móviles es solo una de las tantas prácticas que salieron a la luz en el caso bautizado como “Apocalipsis”. En ocasiones anteriores, Está Pasando ya había expuesto situaciones similares, las que hoy se confirman con esta investigación que involucra a personal de Gendarmería.

Sexo, dinero y secretos

La realización de fiestas, con asados incluidos, y la compra de drogas y alcohol parecen ser solo un detalle dentro de la investigación, considerando las sumas millonarias que los funcionarios recaudaban de manera paralela a sus honorarios por la labor de custodiar a personas privadas de libertad. Sin embargo, entre toda la información recogida, hubo un punto que llamó particularmente la atención, el que recibió el apodo de “las gatitas”.

Una de las aristas más sensibles fue la que los propios investigadores denominaron informalmente como “las gatitas”, vinculada a la coordinación del ingreso irregular de mujeres a recintos penitenciarios para mantener encuentros sexuales con internos. Según los antecedentes reunidos, operaban como facilitadoras de un sistema clandestino que permitía el acceso de visitas fuera de todo protocolo formal, hacia sectores no habilitados del penal.

Un elemento especialmente grave es que varias de las mujeres que ingresaban no contaban con documentación, no se enrolaban, ni quedaban registradas en los sistemas oficiales de Gendarmería, vulnerando tanto la normativa penitenciaria como la legislación migratoria vigente.

El arribo se realizaba mediante coordinaciones directas con quienes aseguraban el paso por los controles, el traslado al interior del recinto y la confidencialidad del procedimiento. En algunos casos, las mujeres formaban parte de circuitos de prostitución y en otros, se trataba de personas contactadas previamente a través de redes sociales o aplicaciones digitales.

«Sapo, nunca»

Sobre este punto, nuestra fuente al interior del penal se refiere de manera particular para relatar su propia experiencia. Pese a ser él quien introduce el tema, advierte: “Puedo contarles lo que yo sé porque es algo que hago con frecuencia, pero sapo nunca he sido, así que no quiero que me pregunten más de lo que les voy a contar”.

“Esas que les dicen las gatitas vienen porque nosotros lo pedimos y cada uno ve de dónde las saca. Yo traigo a las que conozco por aplicaciones de citas. Si alguna vive de la prostitución es cosa de ella, pero las mías primero me las engancho por redes. Que tengan o no papeles da lo mismo, no es algo que realmente nos importe. Lo que importa es que vengan, nos demos una ‘vueltita’ piola y nadie diga nada ni les cuenten a nuestras visitas reales. Eso se paga. Se paga para que entren, para que no hagan atados, para que presten el baño y después se queden piola. Todo eso es plata, y son buenas monedas las que los ‘pacos’ se comen. Afuera están haciendo show por los papeles y para los de acá los documentos valen callampa; lo importante es que vengan a lo que vienen y chao”.

Hay monedas

“Acá hay monedas, porque acá uno se hace monedas, y por eso los gendarmes se llenan los bolsillos. Por eso y por varias cosas más que ya saben que no voy a detallar. Es todo normal, pan de cada día. Todos saben y todos lo aprovechan. Si me preguntan si eso va a cambiar, estoy seguro de que va a seguir igual. La cana es pa’ los vivos y estos locos (los gendarmes) tampoco son hueones, solo aprovechan lo que tienen la mano y está bien poh, la plata es vida”, sentencia con tono desafiante.

Los relatos, investigaciones y análisis dejan en evidencia que la cárcel es un lugar donde la privación de libertad es solo por estar encerrados sin acceso físico a la calle, pues dentro gozan de una gran cantidad de beneficios lo que los hacen cada día más poderosos e incorregibles gracias a quienes tienen la misión de custodiar el orden al otro lado de las rejas.

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