Mientras miles de familias se reúnen en torno a una mesa, intercambian regalos y esperan la medianoche, hay personas para quienes la Navidad se vive de una manera distinta. No hay brindis ni cuenta regresiva, sino turnos, sirenas, recorridos y pantallas encendidas.
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Personal de salud, funcionarios de seguridad, conductores del transporte público, repartidores y trabajadores de servicios básicos pasan la Nochebuena lejos de sus hogares, cumpliendo labores que no se detienen ni siquiera en fechas tan significativas. Son ellos quienes sostienen el funcionamiento de la ciudad cuando la mayoría descansa.
EMERGENCIAS
En hospitales y centros asistenciales, médicos, enfermeras y técnicos continúan atendiendo emergencias, acompañando a pacientes que también pasan la Navidad lejos de sus familias.
En las calles, carabineros y personal de seguridad resguardan el orden, mientras conductores y repartidores aseguran que otros puedan llegar a tiempo a sus celebraciones.
Para muchos, la cena se reduce a un café apurado, un saludo por teléfono o un mensaje enviado entre turnos. Aun así, la vocación y el compromiso pesan más que la nostalgia. “Alguien tiene que estar”, dicen, conscientes de que su labor permite que otros vivan la festividad con tranquilidad.
Esta Navidad, más allá de los regalos y las luces, también se celebra el trabajo silencioso de quienes cuidan, protegen y acompañan incluso cuando la noche es distinta. Porque gracias a ellos, otros pueden celebrar.
