Entrevistas y Reportajes

Cómo afecta psicológicamente el fin de año a las personas

María Fernanda Pavéz Báez, periodista

Llantos silentes
El recuerdo de quién ya no está...
Para muchas personas, el fin de año no dispara únicamente sentimientos positivos. Un informe reciente sobre salud mental en la temporada festiva muestra que el 51% de los encuestados admiten sentirse solos durante las fiestas, incluso cuando están con su familia o amigos y 64% preferiría saltarse al menos algunas de las reuniones típicas del periodo.

Cómo afecta psicológicamente el fin de año a las personas

Luces, regalos, música y sonrisas. Esa es la postal repetida cada diciembre. Pero detrás de ella, miles de personas viven su propia historia paralela. Ansiedad, tristeza, vacío y nostalgia. Detrás de cada mesa hay una realidad que no siempre aparece en las fotos brillantes de fin de año.

Diciembre es un mes plagado de alegrías. Abundan las reuniones familiares, comidas especiales y preparativos para cerrar un nuevo capítulo. Pero cuando profesionales de salud mental observan el fenómeno con lupa, sacan a la luz un escenario más complejo.

Llantos silentes

Para muchas personas, el fin de año no dispara únicamente sentimientos positivos. Un informe reciente sobre salud mental en la temporada festiva muestra que el 51% de los encuestados admiten sentirse solos durante las fiestas, incluso cuando están con su familia o amigos y 64% preferiría saltarse al menos algunas de las reuniones típicas del periodo.

Estas cifras muestran que las emociones de fin de año no son superficiales ni aisladas, pues forman parte de una experiencia compartida por una gran parte de la sociedad.

Eugenia Salinas perdió a su madre hace dos años, y aunque en todas las celebraciones importantes siente el dolor de la llamada silla vacía, diciembre es particularmente más doloroso. “Las fiestas, momentos lindos en familia y las risas suelen llenarte de energía mientras los vives, pero dentro de ti hay una herida que invade tu cuerpo, aprieta tu garganta y te desgarra el alma en silencio. No es que uno se transforme en un amargado que no quiera disfrutar, es simplemente que en tu interior hay algo que te domina, te atrapa y, por más que te distraigas o por más grande que sea la fiesta, hay una risa que ya jamás volverás a escuchar. Eso te destruye y aprendes a llorar en silencio”.

Realidades como la de Eugenia, hay otros sentimientos que no sólo se originan por la muerte de un ser querido. Además del duelo hay sufrimientos que pueden dispararse por situaciones económicas, traumas o episodios que llenan de angustia los meses que se caracterizan por estar plagados de amor y alegría. Está demostrado que no es un hecho aislado y deben ser reconocidos y comprendidos por quienes tienen la dicha de no experimentarlos.

El psiquiatra Manuel Alvarado  explica que la cultura contemporánea ha idealizado las fiestas de fin de año como un periodo de felicidad plena, lo que crea una evidente disonancia emocional. “Se espera que sea una fecha invadida de jolgorio y unión, pero cuando esa expectativa no coincide con lo que se siente, se despierta la culpa, frustración y tristeza.”

En Chile, según lo demuestran en cuestas de salud mental, 37% de personas confiesa querer saltarse navidad y año nuevo si pudiera.

Estos datos coinciden con lo que especialistas denominan holiday blues, término que alude a la tristeza o depresión estacional vinculada a los eventos de fin de año- Una combinación de presión social, memoria emocional, falta de metas alcanzadas, y estrés por expectativas o rutinas alteradas.

Además, aquellos que ya viven con condiciones de salud mental tienden a experimentar un empeoramiento de síntomas en esta época.

La psicóloga clínica, María Angélica Cabezas, comenta que según estudios mundiales hasta 64% de personas con trastornos preexistentes reportan una intensificación de sus síntomas durante diciembre, una cifra que se repite en distintos estudios clínicos a nivel nacional”.

Aislamiento emocional

Cuando diciembre se acerca, el calendario no solo marca fechas, también convoca memorias. La música y las reuniones funcionan como disparadores emocionales que actualizan pérdidas y recuerdos.

Una frase común entre quienes han perdido a alguien es. “Lo que más duele no es la ausencia en sí, sino la expectativa de que todo debería ser alegre.”

Para quienes han enfrentado duelos recientes, el fin de año puede actuar como un espejo. Refleja lo que falta, lo que se ha vivido y lo que se añora.

La soledad puede sentirse incluso cuando no se está físicamente solo. Muchas personas viven un aislamiento emocional. Se hacen presentes en encuentros pero se mantienen totalmente desconectadas del ambiente festivo.

Angélica Cabezas expone otro dato a considerar, “la temporada también tiende a alterar rutinas. Aumentan los  viajes, comidas fuera de horario, celebraciones que se prolongan. Todo esto puede afectar el sueño, el estado de ánimo y la autorregulación emocional, es decir, te vuelve una víctima mucho más vulnerable”.

Añade que a esto se suma la presión económica. Gastar en regalos, cenas y traslados suelen asociarse a sentimientos de ansiedad y carga financiera que se extienden más allá del bolsillo”.

Respeto y empatía, el mejor regalo

En medio de todas estas tensiones, la recomendación de los especialistas es clara. Hay que validar lo que se siente. No todos viven el fin de año con júbilo y eso no es un fallo personal.

El psiquiatra Manuel Alvarado entrega algunos consejos para ayudar a quienes se ven afectados por estas emociones y sentimientos tan envolventes.

“Lo primero que se debe hacer es aceptar las emociones sin juzgarlas. Esto quiere decir, jamás cuestionarlas, quitarles importancia o ignorarlas. Si alguien no quiere asistir a todas las reuniones y actividades, no los obliguen ni presionen para que lo hagan. Brindar un espacio y respetar los momentos de silencio es necesario y positivo para quien necesita conectarse con su dolor, pues esconderlo es sumamente destructivo y perjudicial”.

El profesional de la salud mental es enfático en asegurar que la ayuda profesional es clave, así como también lo es la compañía y la empatía. “No sirve de nada con estar físicamente al lado si no se valoran sus emociones ni deseos”.

Quienes están sufriendo, aunque no siempre hablen en profundidad de lo que les pasa, dan señales que merecen ser atendidas y entendidas de manera genuina, pues por más palabras y acciones a las que se acudan para enfrentar lo que les pasa, no hay nada que pueda amortiguar el dolor cuando se siente en el alma.

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