Otro año negro del Poder Judicial.
Debería estar escribiendo una columna con sentido navideño o una suerte de resumen noticioso con lo más destacado e importante del 2025 antes que este acabe, pero no. Los hechos noticiosos son muy porfiados y se sitúan por sobre las buenas intenciones de los columnistas.
A fines del año pasado, la entonces Vocera del Poder Judicial reconoció que el 2024 no había sido un buen año, pero como si todo el escenario obedeciera a un libreto de teleserie o novela, el 2025 también pasará a la historia como otro “año negro” para la administración de justicia.
La penúltima semana del 2025 el Congreso Nacional destituyó al magistrado del más alto tribunal de la república, a Diego Simpértigue, acusado, en breves palabras, por sus vínculos y viajes con los abogados —ambos en prisión—por la denominada trama bielorrusa y un supuesto accionar en el nombramiento de un yerno como notario en la comuna de San Miguel.
RECIBÍAN EL TRATO DE “SU SEÑORÍA ILUSTRÍSIMA”
Pero no se había escrito una nueva página que una vez más estremecía las columnas del vetusto edificio del Palacio de los Tribunales.
Otros dos personajes que habían recibido el trato de “Su Señoría Ilustrísima” ya habían caído y marginados del Poder Judicial: Sergio Muñoz y Ángela Vivanco. Pero hay más. El Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Antonio Ulloa, fue marginado tras aprobarse en el Parlamento la acusación en su contra por—entre otras cosas—filtrar resoluciones al otrora poderoso y ahora cuestionado y procesado Luis Hermosilla.
Hasta aquí los hechos. Pero todo esto ha caído nuevamente como un peñasco gigantesco sobre la administración de Justica que, ya mucho antes, ha sido cuestionada por la ciudadanía y sus niveles de aprobación son los mínimos.
UN DISPARO EL CORAZÓN JUDICIAL
Cuando se descubren irregularidades en cualquier repartición pública o de algunos de los poderes del estado sobre los que descansa la República, es grave, pero es inmensamente más grave cuando se cuestiona a quienes han tenido el trabajo de administrar justicia, es decir, de manera muy simple, son quienes deciden qué es lo bueno y qué es lo malo, qué es lo legal y qué es lo ilegal.
Y la ciudadanía, la gente, se pregunta ¿eran estos los personajes que administraban justicia? ¿Eran quienes decidían sobre libertad o prisión? Si ya se mostraron las grietas que existen en el sistema, la gente tiene todo el derecho del mundo para preguntarse si hay otras acciones, otros escenarios, otros casos que aún no han sido descubiertos? Es entonces cuando el sistema completo cruje.
¿CUÁNTO CUESTA RECUPERAR LA CONFIANZA?
Todo esto ha llevado a que la ciudadanía comience a dudar de sus instituciones y allí la tarea se pone cuesta arriba porque la confianza que se ha forjado durante años, y en muchos años, en décadas, se puede perder en un día, una semana o un mes como ha ocurrido aquí. Pero la recuperación de esa confianza es una tarea titánica.
¿Qué hay magistrados correctos, probos que han hecho de la magistratura su razón de der y que en cada día que transcurre buscan la perfección absoluta, sí los hay. De ello no me cabe la menor duda. Pero el accionar de estos personajes que—repito—se denominaban Señoría Ilustrísima, que sonaban en el ambiente, es cuando uno se pregunta: si bien estos casos quedaron al descubierto y los responsables sancionados, ¿Qué habría sucedido si tamañas irregularidades hubiesen permanecido en la penumbra de lo irregular?
GLORIA ANA CHEVESICH Y SU COLOSAL TAREA
El día martes 6 de enero del año 2026 asume como Presidenta de la Corte Suprema Gloria Ana Chevesich y la tarea que le espera es colosal. Deberá recuperar la confianza ciudadana en el máximo tribunal del país. Es savia nueva en la presidencia de la Suprema.
Quienes la conocen la retratan como una mujer estudiosa, firme en sus convicciones y apegada al Estado de Derecho.
En su primer contacto oficial con la prensa, tras ser ratificada por unanimidad por el Pleno del más alto tribunal del país, Gloria Ana Chevesich dijo:
“Tenemos que tomar decisiones para recuperar la confianza que debe tener la sociedad en su conjunto respecto del trabajo que hacen los tribunales de justicia, las cortes de apelaciones, la Corte Suprema, y para eso es menester conversar, ver qué decisiones debemos adoptar, pero creo que el camino que se ha tomado por ahora ha sido apropiado”.
Tarea titánica, pero la magistratura tiene confianza en ella y también sabe que impondrá su sello, que ya comentan en su entorno y en el pasillo del Palacio de Tribunales.







