El año que termina ha estado marcado, según la mayoría de los balances conocidos, por el triunfo de José Antonio Kast en las elecciones chilenas y las tensiones mundiales, generadas por las erráticas decisiones de Donald Trump.
Parece una reiteración del machismo dominante. Es hora, sin embargo, de agregar otro parámetro: el primer cuarto del siglo XXI puede caracterizarse también por la destacada presencia femenina en las noticias. Al revés del vociferante feminismo de años anteriores, en Chile es la hora de mujeres con poder y capacidad para ejercerlo.
En un año de graves problemas, el Poder Judicial ha tenido la capacidad de mantenerse al ritmo de los cambios sociales, entregando la presidencia de la Corte Suprema a una mujer: la ministra Ana Gloria Chevesich. En medio de la crisis del sector, es una muy buena noticia. Y lo es más si se piensa que también otra mujer, Dorothy Pérez, en la Contraloría, ha demostrado que no se requieren mayores atribuciones para ejercer en plenitud las facultades que ya se tienen. Y lo ha hecho de manera encomiable.
Es lo que se espera -en representación de nuestro país- de la ex presidenta Michelle Bachelet. Aunque no ha anunciado su decisión ante la candidatura de la ex mandataria de convertirse en Secretaria General de la ONU, el presidente electo ha reconocido que está analizando su eventual apoyo. Cualquiera sea su decisión, vale la pena destacar su prudencia, que contrasta con la negatividad de algunos sectores, incluyendo a la UDI, por ejemplo.
Hay otros valiosos nombres de mujeres que han sobresalido en este año, desde el deporte a la ciencia. Pero, en el gremio de las comunicaciones, no se puede subestimar el Premio Nacional de Periodismo. Delia Vergara, egresada de las primeras generaciones de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, recibió el galardón que merecía hace tiempo.
Su trayectoria está marcada por su audacia al abrir caminos en los medios nacionales. La revista Paula se convirtió en un espacio fundacional. Las muy buenas revistas femeninas anteriores dejaban fuera contenidos considerados como poco apropiados para la mujer, desde la salud o los cuidados femeninos hasta las relaciones de pareja, la insatisfacción sexual o la infidelidad. Sus pautas revolucionarias explican el éxito de Paula. Pero no es todo: hay que añadir su visión exenta de amarguras, iluminada por el humor de Isabel Allende, por ejemplo, y de otras periodistas como Amanda Puz.
En el curriculum de Delia Vergara, hay que sumar la revista Clan y la creación del innovador programa radial “El Diario de Cooperativa”.
Ha sido, sin duda, un buen año para recordar que el 10 de diciembre de 1945, otra mujer chilena recibió en Suecia el Premio Nobel de Literatura. Austera y reservada acerca de su vida y su orientación sexual, Gabriela Mistral abrió una senda que todavía estamos empezando a conocer en detalle.
Un par de frases del breve discurso de Gabriela Mistral en Estocolmo hace 80 años, permiten entender mejor su vocación democrática y su profundo amor a Chile:
“Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias. Mi Patria… respeta y ama a Suecia y yo he sido invitada aquí con el fin de agradecer la gracia especial que le ha sido dispensada. Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras”.
Marcó, sin duda, un camino permanente.




