Miguel José Niño Ríos, de 48 años, profesor agredido por un alumno el pasado viernes 20 de octubre en San Ramón, relató cómo ocurrieron los hechos.
“Recordar que me dejaron tirado en el piso sangrando me llena de impacto“, es parte de lo que contó en entrevista con El Mercurio. Agregó que no es capaz de recordar todo lo ocurrido en esa reunión.
Los golpes se produjeron tras comunicarle al alumno de segundo medio, en presencia de su madre, que se encontraba en peligro de repetir el año.
«Yo soy su profesor jefe. También conocía a la apoderada. De hecho, habíamos tenido ya reuniones antes; yo la había citado por lo mismo: el nivel académico de su hijo, de sus muy prolongadas inasistencias al colegio», explicó.
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Pasadas las 9 de la mañana, el profesor acudió a la reunión que tenía con Bruno (el joven), la madre y la abuela del menor, el jefe de Unidad Técnica Pedagógica, la psicóloga y la trabajadora social.
«Le dije a la mamá que la probabilidad de que su hijo repitiera era muy alta. Muchísima, por las inasistencias, por el bajo rendimiento académico. (…) Cuando asistía a clases, jugaba con el celular, hablaba con los compañeros, no hacía los trabajos, eso me reportaban también los otros profesores», puntualizó.
«HASTA AHÍ RECUERDO»
«La madre se puso bastante ofuscada. Yo ya tenía la intención de volver con mi curso y hasta ahí recuerdo… Lo siguiente que recuerdo es que tenía los ojos cerrados y sentí un fuerte dolor en la cara, en la nariz, como si me hubieran pegado con una pelota de hierro. Luego, alguien me tenía sujetado con algo tapándome la nariz. Abrí los ojos y la profesora de enfermería me estaba auxiliando. Vi sangre a mi alrededor y en el piso. Ahí como que comprendí que algo me había pasado», agregó el profesor agredido por un alumno.
Continuó diciendo que «estaba volviendo en mí, entré en shock, lloraba y la profesora me consolaba. Escuchaba a personas, la ambulancia. Me subieron a una camilla… La ambulancia me llevó a la clínica. Se me llenó el estómago de sangre, vomité…»
Finalmente, manifestó que lo llevaron al escáner y «no se veía daño cerebral, pero sí me dieron el diagnóstico: que tenía fracturas varias en la cara, también nasal, y no podía cerrar la quijada; se había desplazado. Cuando paró la hemorragia, me subieron al segundo piso… y aquí estoy».