Arqueólogos mexicanos restauraron una cabeza de serpiente encontrada en Tenochtitlan la capital del imperio mexica (azteca).
Esta escultura es una de las piezas con mayores vestigios de color de su tipo, y fue tratada meticulosamente en una cámara de humedad.
Los tonos ocre, azul, rojo, negro y blanco, aplicados en la época prehispánica, han sido cuidadosamente estabilizados, devolviendo a la pieza una parte de su esplendor original.
El terremoto de 2022 la reveló
El descubrimiento de este tesoro arqueológico ocurrió en 2022, cuando un sismo sacudió la Ciudad de México el 19 de septiembre, revelando esta obra prehispánica.
La serpiente mide 1.80 metros de largo, 1 metro de alto y 85 centímetros de ancho.
Especialistas del Instituto de Ingeniería de la UNAM y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabajaron en su recuperación.
Lo más sorprendente de este hallazgo es la preservación de los colores originales de la escultura, que data de más de cinco siglos.
La restauración de la escultura ha sido un proceso meticuloso, liderado por María Barajas Rocha, una restauradora con experiencia en el trabajo con artefactos prehispánicos.
Con el apoyo de la UNAM, el equipo ha utilizado tecnología avanzada para asegurar que la deshumidificación del objeto se realice de manera controlada y segura, evitando daños adicionales.
La investigación continúa, liderada por la arqueóloga Moramay Estrada Vázquez, quien está profundizando en aspectos como la datación, la iconografía y el simbolismo de esta obra.
Con cada capa desenterrada la antigua Tenochtitlan sigue revelando los secretos de esta civilización del norte de mesoamérica que imperó desde 1345 al 1521.
La restauración de esta valiosa pieza prehispánica ha sido una colaboración destacada entre varias instituciones mexicanas. La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha liderado el proyecto, contando con el apoyo vital de expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Especialistas del Instituto de Ingeniería de la UNAM, junto con los equipos de las direcciones generales de Patrimonio Universitario y de Obras y Conservación.
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