Como era previsible, el segundo aniversario de la instalación en La Moneda del presidente Gabriel Boric abrió las compuertas de un intenso debate. El punto de partida fue una frase repetida desde el entorno del mandatario: “Estamos mejor que hace dos años”. Igualmente se destacó la “normalización” alcanzada.
Una observación que surge de inmediato es preguntarse ¿Cuál era la situación antes del 11 de marzo de 2022?, ¿Cuál era la normalidad?
Lo primero que salta a la memoria es cómo ganó los comicios en diciembre de 2021 el candidato del Frente Amplio. En la primera vuelta triunfó Juan Antonio Kast. Solo en la segunda vuelta logró imponerse Gabriel Boric.
Una parte importante de su ganancia se debió a un cambio en el tono de los discursos. En la campaña de la segunda vuelta ambos candidatos trataron de conquistar al electorado más moderado y abandonaron algunas de sus promesas más polémicas.
Según dictaminó entonces Cristóbal Bellolio, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, «esta fue la elección en la que ganó el candidato que dio menos miedo.
En Chile hay mucha gente que le teme a la derecha por el recuerdo de la era de Pinochet y otra que le teme a la izquierda por lo que ha sucedido en otros países de la región».
En el cambio del discurso del candidato Boric se notó claramente un grado de abandono del extremismo de los años precedentes, cuando era diputado.
Fue el tiempo en que, aparte de la violencia de la asonada de 2019, se había ido ganando votos con un mensaje de denuncia sin atenuantes en los “30 años” desde el retorno a la democracia. Años de acusaciones constitucionales sin éxito, salvo la que condenó a Andrés Chadwick, ministro del Interior de Sebastián Piñera, al exilio del servicio público.
En un último gesto en esta línea Boric advirtió a Piñera en un debate presidencial: “Quienes sean responsables, los vamos a perseguir nacional e internacionalmente con todas las de la ley, así que, señor Piñera, está avisado”.
Entonces no cabía hablar de normalidad. Si la hay ahora, en medio del aumento explosivo de la delincuencia, es un tema discutible. Igualmente discutible es si estamos mejor o peor. Un aspecto evidente de este debate es, naturalmente, la responsabilidad de muchos integrantes del actual gobierno.
Tema de interés: No olvidemos a don Andrés
La visión excesivamente comprensiva de la asonada alentó a los partidarios de la violencia. Esa mirada persistió hasta fines de 2022, cuando fueron indultados algunos de los condenados por la justicia pese a que registraban graves delitos. Algo parecido ocurrió con las pensiones de gracia ahora sometidas a revisión.
Sobre el programa original del gobierno, el Mandatario ha reconocido ahora, en una entrevista en la radio ADN, que «somos un Gobierno con minoría parlamentaria y no puede pretender que sus proyectos van a ser ciento por ciento como los había planteado».
La clave fundamental es obviamente esta situación de minoría en el Congreso, a la que hay que agregar la persistente (im)popularidad de solo un 25-27 por ciento, es decir, alrededor de una cuarta parte de los encuestados.
Más que una demostración de logros, lo que se aprecia en el balance una frustración asumida. En la misma entrevista radial, el presidente Boric expresó que «el horizonte que planteamos en el programa sigue plenamente vigente, pero los tiempos, algunos énfasis y la construcción de mayorías políticas para poder conseguirlo, ha sido complejo y ha tenido que cambiar.
Habrá que esperar lo que se diga en un año más.
Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo 2015
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