Política

Los lanzadores de molotov verbales Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Lo que define el conflicto político no son los personalismos y sería un error que quienes son cercanos a Boric crean que los opositores son antagonistas dedicados a hacerle la vida imposible a un líder.

Los lanzadores de molotov verbales Por Víctor Maldonado R.

 En política existen todo tipo de especialidades: en la cúspide están los estadistas que señalan el gran rumbo y miran muy lejos, a ras del suelo están los que se dedican a la reyerta verbal callejera y del día.

En los malos momentos, los estadistas brillan por su ausencia y los componentes de las barras bravas hacen de las suyas.

Tal parece que, en los días previos al mensaje presidencial, se les dio la palabra a los más rudos y de pensamiento más simple en ambos lados de la trinchera.

De lo que se trata en este nivel de debate, tan pegado al piso, es reemplazar a los argumentos por las cuñas y eliminar al máximo las explicaciones de lo que se está diciendo.

El ideal es el ahorro extremo del empleo de neuronas tanto del emisor como del receptor y, en estos días, se han alcanzado niveles notables.

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En este microclima, donde Tarzán sería considerado un virtuoso en el uso de la palabra, encontramos los que culpan a la oposición de “antigabrielismo” y a los “baquedanistas”, que quieren el regreso del general y su caballo a la Plaza Italia y acusan a Tohá de rendirse al “octubrismo” porque ella lo considera una mala idea.

Este tipo de ataques nos dice mucho de lo que nos pasa.

Se podría pensar que estos enfoques son esquemáticos, pero que igual apuntan a aspectos centrales de la gestión de las autoridades de gobierno, pero en realidad no es así, más bien ocurre todo lo contrario.

No existe nada parecido en la oposición a un encono personal contra el jefe de Estado.

Los casos en que la crítica a un gobierno se personaliza es cuando hay un manifiesto abuso de poder por parte de una autoridad.

En este caso, lo que se ha criticado más acerbamente es una especie de “abuso de falta de poder”.

Imputar a Boric el gobernar en demasía es un exceso.

Es un gobierno que tropieza con falta de apoyo en la ciudadanía y en el Parlamento, pero que ha sido respetuoso de la institucionalidad y que tiene un desempeño muy correcto.

Es más lo que le falta que lo que le sobra.

Lo que define el conflicto político no son los personalismos y sería un error que quienes son cercanos a Boric crean que los opositores son antagonistas dedicados a hacerle la vida imposible a un líder.

Es despistarse mucho.

En paralelo, atacar a la ministra Tohá, considerándola débil porque no apoya la reinstalación de la estatua de Baquedano en el lugar que ocupaba, es algo insensato.

No es miedo al “octubrismo” lo que la motiva.

A parte de que la personalidad de Tohá está bien distante de lo asustadizo, lo que motiva su análisis es una consideración sobre los efectos de una decisión, no un tema emocional.

El regreso de la estatua es la reinstalación de un símbolo y una señal de que se estaría volviendo a la situación previa al estallido.

Es algo innecesario y contraproducente.

Los grupos violentistas no han tenido ninguna relevancia en mucho tiempo y se trata de que así se mantengan.

Hay una demanda por normalizar

Dispersos en el territorio y sin poderse focalizar, estos grupos han regresado a la insignificancia, sin concitar atención pública.

No se ve la necesidad de alterar esta situación. Hay una demanda por normalizar, no por repetir el pasado.

Los lanzadores de molotov verbales son rudos, pero ni en eso son buenos.

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