Política

Adaptar lo hecho en seguridad, sin desandar camino Por Víctor Maldonado R.

Víctor Maldonado R. Sociólogo

Licenciado en Sociología y Magíster en Ciencias Políticas, ambas de la Universidad de Chile.

Recientemente, ha comenzado a circular un nuevo video que documenta el tenso encuentro entre el presidente Luis Arce y varios jefes militares en el histórico Palacio Quemado.
No se renuncia a una estrategia bien concebida cuando empiezan los gritos que lo piden ni, simplemente, porque llega otro gobierno.

Adaptar lo hecho en seguridad, sin desandar camino Por Víctor Maldonado R.

Le podemos pedir a una política pública en seguridad que sea efectiva, pero no que haga milagros. Un problema demanda tanto tiempo como profunda sean sus raíces. Para que el Estado tenga éxito en resolver este desafío mayor, requiere persistencia y profundizar lo que se está haciendo.

Adaptar lo hecho en seguridad, sin desandar camino

No se renuncia a una estrategia bien concebida cuando empiezan los gritos que lo piden ni, simplemente, porque llega otro gobierno. Los países que no han alcanzado el desarrollo no lo son porque no cambien nada, sino porque cambian en demasía lo que están intentando. Parten muchas veces de nuevo.

Ahora se tiene una presión muy grande por la incorporación de los militares a las tareas de seguridad y eso es algo que merece un análisis cuidadoso. Puede ser un elemento que ayuda a lo que ya se hace o tener poco efecto al hacerse porque tiene buena acogida en la prensa y las encuestas.

Lo que no podemos perder de vista es que la lucha contra el crimen organizado y homicida requiere de un permanente ajuste porque la práctica del delito tiene una gran capacidad de reaccionar ante las acciones del Estado en su contra.

La delincuencia organizada en bandas de nuevo cuño pretende imponerle sus reglas al conjunto de la sociedad. Sus acciones son siempre impactantes, un solo crimen va acompañado de una gran conmoción, pero su notoriedad pública no siempre significa que se está imponiendo. Eso hay que corroborarlo.

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Nada nos está afectando más que la pérdida de las barreras fronterizas de la delincuencia más peligrosa. Son muchas las bandas que operan en varios países, y compiten entre sí, literalmente, con todas las armas que poseen.

Sus métodos los identifican porque su sello trasciende naciones y la violencia que emplea no conoce límites. No se adaptan a las costumbres locales, sino que adaptan el país que llegan a sus métodos de extrema peligrosidad.

De manera que la participación de las Fuerzas Armadas en actividades de seguridad no puede ser descartada de antemano. Las modalidades en que se puede concretar son diversas y algunas de ellas puede ser compatible con el reforzamiento de la acción de la policía y de la estrategia oficial vigente.

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Se trata de una acción fina, con evaluación constante. Probablemente se necesita empezar por modalidades focalizadas y con monitoreo de detalle, pero llegó la hora de integrar otro elemento al trabajo sistemático en ejecución.

En esto se debe lograr un cierto equilibrio. Quienes señalan que la función, entrenamiento y equipamiento militar no están adaptados a las labores de seguridad dicen algo completamente cierto. Su labor es de apoyo y respaldo.

También es cierto que la evaluación ciudadana de crisis de seguridad se ha instalado, lo mismo que se requiere de medidas de emergencia y, desde su perspectiva, hay un “recurso ocioso” (lo que puede ser muy injusto) que no puede permanecer al margen.

Se está haciendo mucho, pero mantener la adhesión ciudadana a una política en específico depende también de sintonizar con su percepción. Ni los avances se niegan ni la acción criminal se puede minimizar, pero tenemos la capacidad de darle continuidad a lo mejor de lo que estamos haciendo e innovar también.

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