Internacional

Boric es criticado por diputados por omitir a Cuba en la ONU

Santiago Henríquez

Durante su discurso en la ONU, Boric condenó las violaciones de derechos humanos en varios países, como Nicaragua, Israel y Venezuela, pero no hizo mención de Cuba

La reciente postura del Presidente Gabriel Boric sobre Cuba ha generado un fuerte debate en Chile, especialmente tras su participación en la Asamblea General de la ONU, donde omitió calificar el régimen de Miguel Díaz-Canel como dictadura.

Esto llevó a la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados a enviar un oficio a la Cancillería expresando su «inquietud» por esta omisión, considerándola inconsistente con el enfoque del Gobierno en materia de derechos humanos​.

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Durante su discurso en la ONU, Boric condenó las violaciones de derechos humanos en varios países, como Nicaragua, Israel y Venezuela, pero no hizo mención de Cuba.

Esta falta de referencia provocó críticas de la oposición, que cuestionó su cercanía ideológica con el régimen cubano. Algunos opositores incluso interpretaron su foto con Díaz-Canel, tomada durante una cena de despedida del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, como una señal de condescendencia hacia dictaduras de izquierda.

El Canciller Alberto Van Klaveren defendió al presidente, señalando que Boric ha expresado críticas en otras ocasiones sobre la situación de derechos humanos en Cuba.

Sin embargo, también enfatizó que el enfoque del Gobierno es condenar las violaciones sin hacer distinciones basadas en la ideología política de los líderes que las perpetúan.

Las críticas se han intensificado, con figuras de la oposición argumentando que Boric, al no condenar explícitamente a Cuba, envía un mensaje confuso sobre su compromiso con los derechos humanos.

Esto contrasta con su postura más firme respecto a otros regímenes, lo que plantea preguntas sobre la coherencia de la política exterior chilena bajo su administración​

En resumen, el tema de Cuba sigue siendo un punto álgido en la política chilena, donde el equilibrio entre las relaciones diplomáticas y la defensa de los derechos humanos se pone a prueba.

 


 

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