¡Cómo es posible que hagan lo mismo que yo! Por Víctor Maldonado R.
Michelle Bachelet ha descartado terminantemente una tercera postulación presidencial. La derecha, sin embargo, no se fía y sus abanderados buscan dificultar sus desplazamientos.
Los estilos de los candidatos de derecha son distintos, más agresivo o contenido, pero ambos no dejaron de reaccionar. Claro que no es fácil atacar a una expresidenta por aparecer en eventos públicos con alcaldes oficialistas.
No deja de ser extraño que Matthei haga un alto en su desplazamiento en apoyo a los candidatos que le son afines para mirar, con preocupación, cómo otra persona parece hacer lo mismo, aunque de una manera menos cotidiana y sistemática.
Las campañas tienen esos misterios.
La derecha ha desempolvado su manual habitual y va a hacer todo tipo de consultas a los organismos fiscalizadores para que no salga gratis los desplazamientos de Bachelet. No es una gran demostración de autoconfianza.
Nada de esto estaría ocurriendo si no fuera porque la oposición todavía no se adapta al término de una temporada larga en que la competencia presidencial estaba limitada a escoger entre dos tipos de derecha. Parecía una decisión que no admitía más alternativas.
No supo qué hacer con su ventaja y la perdió.
La forma como han reaccionado Matthei y Kast es muy significativa porque lo que les preocupa de verdad es que los alcaldes estén participando de la campaña de Bachelet, no tanto que esté ocurriendo exactamente al revés.
El hecho político es que el desplazamiento de una figura de la centroizquierda está siendo considerado un aporte por los alcaldes que están postulando a la reelección y eso no había pasado antes.
Se recupera una fortaleza perdida.
El efecto es un cambio en el estado de ánimo de los candidatos y partidos oficialistas, algo más significativo que su impacto electoral.
Participar en actos públicos en el ámbito de influencia de los ediles no puede tener un efecto muy significativo en ampliar el número de votantes a favor de la centroizquierda.
La oposición no ha encontrado el tono adecuado para enfrentar a Bachelet (porque lo seguirá haciendo igual) y eso causa extrañeza.
Sin alterar su estrategia para enfrentar la campaña, lo que hace es adicionarle un nuevo elemento sin cambios de fondo. Una reacción muy pobre y un procedimiento poco efectivo.
Puedes leer también: Bachelet dice no a tercera vez en La Moneda
Cada vez más, la oposición se sumerge en un ambiente de campaña que la tiene muy volcada a la competencia electoral.
No puede ser la mejor opción cuando la ciudadanía está preocupada de asuntos que le son mucho más cercanos y urgentes: delincuencia, cortes de luz, acceso a servicios.
Matthei, sobre todo, parece convencida de que no está cometiendo el error de politizarse en demasía, conformándose con destacar como tema la seguridad en las comunas y en ofrecer como ejemplo el de Providencia.
Es una ilusión.
El recipiente importa más que el contenido. Esta es una campaña que se desplaza por el país hablando de seguridad, pero lo que se ve es a una candidata en pleno ejercicio de su rol.
Cuando habla y es reproducida en los medios, se refiere a su potencial rival, que ya no es Kast y empieza, por ahora, a ser Bachelet.
Eso se llama, en cualquier lugar, quedar descolocado.
