Política

Crónica de un día que “recuerdo más o menos”: Cómo fue el 18-O en una clínica psiquiátrica

Antonia Mundaca

Mientras Chile vivía entre cacerolazos, polarización y vitoreos de justicia; Salgado lo pasó entre pastillas y murmullos de enfermeras que durante el Estallido Social tuvieron turnos 24/7. Esta es la historia de un joven (23) que vivió el 18 de octubre a medias y desde una clínica psiquiátrica en Las Condes.

Para Chile, el 18-O se volvió de esas fechas que, incluso cuatro años más tarde, se recuerdan con una precisión de película.

Las noticias a todo volumen resonaban con los cacerolazos y la incertidumbre en general que, a unos más que a otros, les afectaba en su diario vivir. Los días dejaron de ser iguales para la gran mayoría; Salgado es parte de la minoría que no sintió esa diferencia. 

Salgado -quien pidió por privacidad que lo llamáramos bajo ese nombre- tenía 24 años en el momento que lo internaron en una clínica psiquiátrica de Las Condes.

El 14 de octubre ingresó luego de una gran crisis que lo mantuvo por casi un mes entre paredes con escaso acceso al exterior. En entrevista con Está Pasando intentó hacer memoria de un día que no tuvo cacerolazos ni barricadas; sí murmullos de enfermeras en incólumes pasillos de hospital. 

“LO RECUERDO MÁS O MENOS”

Salgado no se enteró de las movilizaciones previas al 18 de octubre: “La última información que tenía era que el precio del pasaje había subido 30 pesos” y no supo de la magnitud de lo que pasó sino hasta mucho tiempo después. 

El 18-O no está grabado en su cabeza como una película, sino más bien como un puzzle incompleto. “Lo recuerdo más o menos. Me enteré primeramente por la prensa televisiva”, donde más que otra cosa vio “cómo quemaron algunas automotoras”, y “obviamente, nada de represión policial”. 

Pero el acceso a la prensa duró poco ya que, “podíamos ver televisión, pero no las noticias”. Y el diario que llegaba cada mañana, “dejó de llegar” y con ello, Salgado ya no supo más.

No supo que estábamos “en guerra con un enemigo poderoso” y que había que llegar a la casa antes del toque de queda. Desconocía los ojos perdidos, los metros siniestrados y los  gritos de chilenos cantando El derecho de vivir en paz o La voz de los que sobran

“COMO SI NADA HUBIESE PASADO”

¿Podrías recapitular a grandes rasgos lo que fue ese día?

“Puedo recapitular a grandes rasgos lo que fueron todos los días porque para quienes estábamos dentro, mucha diferencia no hubo. Salvo uno que otro aumento de ansiedad de algunas y algunos pacientes, todo lo demás fue igual: Despertarme, desayunar, actividades, almorzar, actividades, visitas, cena y a la cama”.

Las visitas tampoco cambiaron, es más, Salgado afirma que fueron “igual”, que la “única diferencia que sentíamos en cuanto a presencia humana es que cuidadores, cuidadoras, enfermeros, enfermeras y TENS comenzaron a tener turnos de 24 horas”. 

¿Sentiste que hubo algún protocolo de acción para los más ansiosos, o en general?

“Si es que había algún tipo de protocolo, lo desconozco. Pero en retrospectiva pienso que la idea era que se sintiera como si nada hubiese pasado”.

“NO ESTABA SIENDO PARTE”

Y aunque en teoría todo estaba pasando, Salgado sólo tuvo las imágenes iniciales del 18-O: un Santiago de Chile prácticamente en llamas. Nada más. 

No obstante, esa visión fue bastante breve, porque días después su madre lo llamó – “aunque no recuerdo mucho de lo que me contó”- para decirle que fue a Plaza Ñuñoa con sus hermanos. El ambiente de unión y esperanza que ella le describía le hizo dar cuenta de que “no eran sólo protestas”. 

“Algo grande estaba ocurriendo allá afuera. Algo de lo que no estaba siendo parte”.

No fue parte, por ejemplo, de La marcha más grande de Chile: “No supe que existió hasta meses después, cuando durante la campaña del plebiscito de entrada se mostró en la franja un video de una inmensa masa de gente”.Recién supo allí, “desde Wikipedia”. 

“Me dio y da todavía mucha pena no haber podido ser parte de ella”. 

***

Semanas después del 18-O, Salgado salió de la clínica y se fue a vivir a La Florida, lejos del epicentro donde “estaba todo más tranquilo”. Ahora, con acceso a internet, pudo ver Redes Sociales para completar su incompleto puzzle, a la vez que se sorprendía con el “abuso por parte de las fuerzas policiales”. 

Su día, tuvo leves variaciones al “Despertarme, desayunar, actividades, almorzar, actividades, visitas, cena y a la cama” de la clínica. Salgado venía saliendo de una seria crisis que, pese al deseo de ser parte de un posible y esperanzador cambio, “debía cuidarme y, por lo mismo, seguí sin ser parte”.

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