Cuando la democracia funciona Por Abraham Santibáñez
El idioma no es una ciencia exacta. Pese a los esfuerzos de la Academia de la Lengua y al trabajo de los especialistas, a veces nos encontramos con palabras de significado ambiguo o, por lo menos, impreciso.
Es el caso -me parece- del término “incertidumbre”. En español quiere decir, de la manera más simple y directa: “falta de certidumbre”. Es decir, es un sinónimo de inseguridad, incerteza y más.
En el caso de las recientes elecciones en Francia, se comenta que la inesperada derrota de la derecha o ultraderecha de Marine LePen generó “incertidumbre”.
Si el concepto se repite en el sentido de que no hay seguridad de cómo van a evolucionar los acontecimientos, es la palabra correcta. Pero, por el contrario, según me parece personalmente, si hubiese triunfado el extremismo de la derecha, también habría habido incertidumbre… y probablemente mucho mayor.
De haber sido así, a juzgar por las reacciones populares en París y otras ciudades en la noche del domingo 7, más que incertidumbre se habría podido prever fácilmente un choque violento. Esta es una tradición histórica francesa, donde de tiempo en tiempo las discrepancias políticas se transforman en estallidos descontrolados.
Así ha sido desde siempre, pero, después del mayo-junio de 1968 que estuvo a punto de derribar al presidente De Gaulle, se han repetido una y otra vez, aunque con menor intensidad.
Concretamente, un viraje de la centroizquierda a la derecha extrema habría sido una amenaza para la tranquilidad de Francia y de Europa. Precisamente en el momento que en todo el mundo la democracia misma aparece en peligro.
Así lo ha sostenido insistentemente Joe Biden en Estados Unidos.
Cree que, si gana en noviembre Donald Trump, la permanencia de la democracia de su país estará en grave riesgo. Y no le faltan razones: la creencia de Trump de que está por encima de la ley en todo sentido, incluyendo negocios públicos y privados, es efectivamente un peligro.
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Y aunque Biden quedó muy debilitado en el primer debate en televisión, sigue representando convincentemente el anhelo de los fundadores de la nación. Esto es, real participación del pueblo en las decisiones, respeto a los derechos de la minoría y apego permanente a la vigencia de la ley.
En Francia, la derecha no garantizaba la estabilidad. Lo demostraron las primeras reacciones de los medios periodísticos. Así lo entendieron, aunque divididos, la mayoría de los sectores políticos.
La democracia -lo hemos dicho antes- no está garantizada en ninguna parte. Pero, como se ha visto en pocos días, tanto en Gran Bretaña como en Francia, funciona bastante bien.
Esa es la verdadera lección de estos comicios.
Abraham Santibáñez
Premio Nacional de Periodismo 2015
