El final del centenario de Colo Colo fue tan doloroso como inevitable. El fracaso albo se consumó en Macul, donde el Cacique llegó con la obligación de ganar y esperar un tropiezo de Cobresal. Ese tropiezo llegó: Ñublense aplastó por 5-0 a los mineros en Chillán y dejó servido el camino hacia la Copa Sudamericana. Pero Colo Colo, una vez más en la temporada, fue incapaz de responder cuando más lo necesitaba.
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Audax Italiano silenció al Monumental desde muy temprano. En el minuto 16, Eduardo Vargas conectó un centro largo de Leonardo Valencia y marcó con un gran gesto técnico. El delantero, resistido por el público local, celebró con un gesto desafiante y exhibiendo un tatuaje alusivo a Universidad de Chile. La herida se abrió aún más dos minutos después, cuando un grosero enredo defensivo terminó en penal. Valencia lo cambió por gol y puso un 0-2 que descolocó por completo a los albos.
Colo Colo intentó reaccionar, pero careció de claridad en los últimos metros. Ortiz movió las piezas en el complemento, obligado por el escenario: con Cobresal cayendo, solo el triunfo mantenía vivas las opciones. El equipo mejoró, presionó, generó ocasiones y finalmente anotó, pero el gol de Bolados fue anulado por fuera de juego.
La expulsión de Orellana en el 74’ abrió una ventana de esperanza, pero la falta de finiquito volvió a pasar factura. Solo en el 88’, Vicente Pizarro logró descontar con un remate de aire que volvió a ilusionar a la gente. Fue un espejismo. El equipo no tuvo más respuestas y terminó resignando la derrota que clausuró un año marcado por la irregularidad, la falta de identidad y los tropiezos en serie.
El fracaso albo no solo significa quedarse sin torneo internacional: también deja a Fernando Ortiz en la cuerda floja. Su contrato contempla la opción de salida inmediata si el equipo no clasifica a competencias continentales. La decisión, ahora, queda en manos de la dirigencia de Blanco y Negro.





