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La Tribuna de la Anto: Un desastre táctico y un «Real» fracaso

Antonia Fuenzalida

Periodista

Arsenal celebrando su segundo gol en el Emirates Stadium
Arsenal celebrando su segundo gol en el Emirates Stadium
No es solo que el Real Madrid haya perdido 3-0 ante el Arsenal. Es cómo lo hizo. Decepcionó en la ida, pero la historia aún no se ha escrito. Porque si hay un lugar donde los imposibles tiemblan… es en el Bernabéu.

Es la sensación de que el equipo no solo fue superado tácticamente, sino que se rindió antes del pitazo final. Fue una caída sin pelea, sin orgullo, sin plan. Una versión irreconocible de un equipo que presume de historia, grandeza y jerarquía, pero que hoy se muestra frágil, desordenado y predecible. Es ver la camiseta más pesada del mundo arrastrándose sin ideas, sin orgullo, sin alma. El resultado no sorprende: lo que sorprende es que no haya pasado antes.

Lo más doloroso no es el marcador. Lo que de verdad golpea es ver a un equipo completamente superado desde lo táctico y emocional, sin respuestas ni desde el campo ni desde el banquillo. Algunos jugadores parecen creer que jugar en el Madrid es un derecho adquirido, no una responsabilidad. Bellingham, agotado, juega solo. Y cuando Declan Rice y Saka te pasan por encima, uno se pregunta: ¿quién levanta la voz? ¿Quién da el golpe sobre la mesa?

Y después vienen las publicaciones. Las promesas de remontada, los «esto no se ha acabado», los emojis de fuerza. Pero el madridismo no vive de posts ni de fotos en blanco y negro mirando al horizonte. Vive de actitud, de entrega, de fútbol y de carácter. Lo que se vio en Londres fue un equipo sin respuestas, sin líder, sin sangre. Y eso, en este club, no se perdona.

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La primera parte fue de una pobreza alarmante: el Madrid no presionó, no creó, no compitió. El centro del campo, que antes era el alma del equipo, fue un espacio vacío y sin ideas. La ausencia de Toni Kroos, el verdadero director de orquesta se siente como una herida abierta. Porque sí, Toni. Te extraño. Extraño tu calma en medio del caos, tu forma de dictar el ritmo como si tuvieses el reloj del partido en los botines. Hoy el Madrid necesita un faro, y el tuyo sigue brillando incluso desde el retiro.

Y mientras Rice rompía redes y esquemas con su doblete, Ancelotti respondía al 2-0 con cambios que evidencian un problema mayor: la dirección de campo es tan preocupante como la planificación deportiva. ¿Lucas Vázquez y Fran García como salvadores? ¿Güler, Brahim y Endrick en el olvido?

Es inevitable mirar hacia el banquillo. Ancelotti se ha vuelto predecible, conservador hasta lo absurdo. Incapaz de sentar a estrellas que caminan en defensa. Incapaz de exigir públicamente refuerzos. El equipo no tiene automatismos, no presiona, no evoluciona. Los delanteros se han desconectado del esfuerzo colectivo, y el equipo, en consecuencia, se parte por la mitad.

Pero también hay que mirar al palco. Se fue Nacho, no llegó ningún central. Se fue Kroos, no llegó un sustituto. Carvajal se lesiona, y terminas con Valverde de lateral derecho. El Madrid no solo perdió un partido: perdió una oportunidad de demostrar que tiene un proyecto serio y preparado para competir en Europa.

Este no es un bajón puntual. Esto viene de agosto. Lo mantenían los resultados, no el juego. Y cuando el rival es de verdad, como el Arsenal, todas las carencias quedan al desnudo. Hoy, el Madrid no es un equipo: es un conjunto de individualidades, algunas extraordinarias, pero sin rumbo común.

El resultado es grave. Pero lo que más preocupa es que no parece haber un plan para cambiarlo. Este equipo tiene talento de sobra. Lo que le falta hoy es alma. Corazón. Rebeldía. Lo que alguna vez definió al Real Madrid. Ver a este equipo… duele. Pero el hincha de verdad no abandona. Crítica, exige, pero está.

Porque el próximo miércoles vuelve la Champions al Bernabéu. Y ahí estaremos. Con bronca, con miedo, con ilusión. No por ellos, sino por nosotros, por lo que representa este escudo.

Porque, aunque hoy no lo parezca, yo sigo creyendo. Pero no se equivoquen: no se confía ciegamente. Se confía porque hemos visto milagros antes… pero también porque sabemos lo que esta camiseta exige.

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