La muerte de Diogo Jota dejó un vacío imposible de llenar. El mundo del fútbol se paralizó por la tragedia y se rindió ante una despedida cargada de emoción y gestos que quedarán en la historia.
La mañana de este sábado, Gondomar —la ciudad donde Diogo Jota y su hermano André crecieron— se transformó en un centro de dolor y memoria. Allí, familiares, amigos, excompañeros y referentes del fútbol mundial se congregaron en la Iglesia Matriz para despedir a ambos hermanos, fallecidos repentinamente y de manera trágica.
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Figuras del fútbol portugués como Bernardo Silva, João Moutinho, João Félix y Rúben Dias llegaron visiblemente afectados. También lo hicieron los jugadores y cuerpo técnico del Liverpool, que llevaron dos camisetas de flores con los dorsales 20 y 30, los mismos que usaban los hermanos. Van Dijk y Jordan Henderson encabezaron ese emotivo homenaje.
El momento más desgarrador fue protagonizado por Rubén Neves, amigo cercano de Jota. En redes sociales, le escribió: “Más que una amistad, somos familia… y no dejaremos de serlo solo porque hayas decidido firmar un contrato un poco más lejos”. La frase se volvió viral, y muchos la adoptaron como una forma simbólica de despedir a un futbolista que dejó huella.
Pero lo más impactante fue su esfuerzo: Neves jugó ayer los cuartos de final del Mundial de Clubes con el Al Hilal y, menos de 24 horas después, estaba en Portugal para cargar el féretro de su mejor amigo. Un gesto de lealtad y amor que conmovió incluso a quienes no lo conocían personalmente.
La viuda de Jota, Rute Cardoso, también fue vista saliendo de la morgue. La imagen de su dolor resumió la tragedia en una sola escena. Además, se conoció que el Liverpool no solo retirará el dorsal 20, sino que también pagará los dos años de contrato que quedaban vigentes y la educación de los tres hijos del delantero. Un gesto que traspasa lo deportivo y reafirma que el club también es familia.
La última conversación con su fisioterapeuta reveló que Diogo Jota estaba feliz, haciendo planes. Nadie imaginó que serían sus últimas palabras.
La despedida de Diogo Jota no fue solo la de un futbolista talentoso. Fue la de un hermano, un amigo y un símbolo de lo que el fútbol puede ser cuando deja de lado la rivalidad y abraza la humanidad.