Rodríguez abrió la caja de Pandora tras una extensa charla con En Cancha. Recordó que, cuando Bravo aún jugaba en el Barcelona, expresó su deseo de montar una clínica única en su complejo deportivo. «Yo organicé todo», relató el exformador aprovechando su experiencia en Europa. “Creamos una clínica para 80 arqueros y se inscribieron 120. Al final, terminamos atendiendo a 160”.
El proyecto incluyó sesiones en Santiago, Iquique y otros puntos del país. Pero cuando Rodríguez se trasladó a Estados Unidos, su vínculo con Bravo se quebró. “Él dejó de llamarme. Si hubiese querido seguir conmigo, bastaba levantar el teléfono”, denunció el preparador.
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Lo que más indigna a Rodríguez es reconocer hoy las mismas clínicas, con el mismo formato, método y estructura, pero presentadas sin su participación. “Él siguió usando mis programas, mi idea, mi experiencia, y sin pedirme permiso. Eso duele”, afirmó.
“Me duele más el vínculo roto que la injusticia”, confesó. Se conocen desde los 12 años, caminaron juntos por Colo Colo y desarrollaron una relación muy cercana. “Éramos familia, y nunca me dijo por qué se distanció. Nunca me despidió”, lamentó.
Pero lo que ayer fue doloroso hoy tiene sabor a traición. La situación escaló tanto que Rodríguez consultó a su entorno legal y sabe que existe una causa para demandar. Sin embargo, le repugna pensar en ello. “Podría hacerlo, pero me cuesta. No es por dinero, sino por lo que representábamos juntos”, explicó.
