Contra todo pronóstico y en medio de una crisis humanitaria sin precedentes, Haití regresará a un Mundial después de 52 años. Más que una gesta deportiva, su clasificación al torneo de 2026 se ha convertido en un símbolo de resistencia para una nación que sobrevive entre la violencia de las pandillas, la inestabilidad política y la precariedad estructural.
El equipo no pudo disputar un solo partido en casa. El Stade Sylvio Cator, en Puerto Príncipe, permanece inutilizable: vandalizado, tomado por grupos armados y situado en una capital donde el 85% del territorio está bajo control de bandas. La selección se vio obligada a emprender un exilio deportivo permanente, disputando toda la clasificatoria a miles de kilómetros, entre Aruba, Barbados y el Estadio Ergilio Hato de Willemstad, en Curazao.
Aun así, Haití terminó en la cima del Grupo C de la Concacaf tras vencer 2-0 a Nicaragua, consumando una clasificación que desafía la lógica y que emerge desde un país devastado. La ONU recuerda que dos de cada tres haitianos vive con menos de 1,73 euros al día y que casi 1,3 millones de personas han debido huir de sus hogares por la violencia. Desde 2021, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, la inseguridad escaló a niveles inéditos.
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En ese contexto, la selección se construyó como una diáspora futbolística: jugadores nacidos en Francia, Bélgica, Canadá o Inglaterra, pero con raíces haitianas y un compromiso profundo con la identidad de “Les Grenadiers”. Su entrenador, Sébastien Migné, tampoco pudo pisar suelo haitiano por seguridad. “Ya no hay vuelos internacionales que aterricen allí”, relata. “Es demasiado peligroso”.
Sin embargo, el equipo hizo de esa distancia una bandera de unidad. La clasificación llegó justo en el aniversario 222 de la independencia haitiana, un detalle que los propios protagonistas sienten como un mensaje de fuerza colectiva.
“18 de noviembre de 2025 será una fecha grabada para siempre”, escribió Jean-Ricner Bellegarde, volante del Wolverhampton y una de las figuras del proceso. “Me comprometí con un grupo, con una familia, con mi nación. Orgulloso por siempre”.
En un país donde la guerra de pandillas parece no dar tregua, el fútbol consiguió algo excepcional: ofrecer un instante de esperanza. Para millones de haitianos dentro y fuera del territorio, el boleto al Mundial no es solo una alegría deportiva. Es una declaración de supervivencia.
Haití hace historia: Después de 50 años, nuestra selección nacional clasifica para la Copa del Mundo.
Un nuevo capítulo, una nueva generación y un momento que toda la nación jamás olvidará. 💚🇭🇹 pic.twitter.com/7IuGJhNYvr
— Haití en Español (@haitienespanol) November 19, 2025







