Tomás González, considerado el mejor gimnasta de la historia de Chile, abrió su corazón en una reciente entrevista con el sitio oficial de los Juegos Olímpicos. En ella abordó uno de los procesos más significativos de su vida: asumir públicamente su homosexualidad en una sociedad, y un ambiente deportivo, que aún arrastran prejuicios.
“En Chile, el progreso ha llegado más tarde que en otros países, incluso en Latinoamérica, por no hablar de Europa. Nuestra sociedad aún es muy tradicional. Muchas de las grandes corporaciones que impulsan la economía aquí también son muy conservadoras. Eso dificulta las cosas”, aseguró el deportista, que hoy tiene 39 años.
La suya no fue una decisión apresurada. Ni tampoco sencilla. Aunque supo desde hace años quién era, postergó durante mucho tiempo cualquier pronunciamiento público. Temía que su identidad eclipsara sus logros.
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«DEJARÍA DE SER EL FINALISTA OLÍMPICO»
González describió cómo vivió ese dilema. “Siempre cerré la puerta, porque sabía que, en el momento en que lo hiciera, dejaría de ser el finalista olímpico y me convertiría en ‘el atleta gay’. Me había esforzado demasiado para eso, no quería desviar la atención”, explicó.
Años de exigencia, sacrificios y esfuerzo lo llevaron a ser finalista en Londres 2012, ganar medallas panamericanas y subir al podio en múltiples Copas del Mundo. Sin embargo, el peso de ocultarse lo acompañó siempre.
“Recuerdo lo doloroso que fue de joven: sentir que no había luz, que la sociedad te hacía sentir ‘menos que nadie’ solo por ser quien eres”, añadió.
LA CONTENCIÓN COMO MOTOR
Tomás González reconoce que el respaldo de su familia y sus amistades fue crucial. “Tuve la suerte de que mi familia me apoyara desde el principio. Salir del clóset fue un proceso tranquilo porque mi círculo más cercano me apoyó”, relató.
No se considera un activista, aunque acepta que su historia pueda tener un impacto más allá del deporte. “Estoy más abierto a compartir mi historia y mis experiencias, pero no es a lo que me dedico”, dijo.
Y agregó: “Durante años, mis amigos me decían: ‘Tienes visibilidad, tienes una plataforma; tienes que alzar la voz’. Pero no sentía que fuera solo mi responsabilidad. Es una responsabilidad social”.
EL PODER DE VISIBILIZAR
La publicación de su libro “Campeón: Lecciones, triunfos y caídas de un gimnasta olímpico” marcó un antes y un después. Fue una forma de liberarse y, al mismo tiempo, de inspirar.
“Quería demostrar que tu orientación sexual no define tu valor. Puedes tener éxito, puedes prosperar. Tienes un lugar”, subrayó. Desde ese momento, comprendió que su visibilidad podría ser un acto de valentía para otros atletas que aún no se atreven a hablar.
Mientras continúa compartiendo su historia, Tomás González también mira hacia adelante. Se prepara para regresar a la competición, con la mente clara y la tranquilidad de haber abrazado quién es por completo.
“Este regreso se debe a que soy yo mismo, al cien por ciento. Antes, quizás estar encerrado en el armario me afectó más de lo que creía. Ahora me siento más lúcido, más centrado y más maduro. Sé quién soy y lo que quiero”, expresó.
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