El bono ascenso se transformó en un protagonista inesperado de la definición entre Cobreloa y Deportes Concepción. En la antesala de la final de la Liguilla 2025, ambos clubes establecieron millonarios incentivos económicos que aumentan la presión, la motivación y el dramatismo de una llave que puede cambiar el destino deportivo de dos instituciones históricas. La lucha por subir no solo es deportiva: el bono ascenso ya está sobre la mesa.
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UN PREMIO QUE LO CAMBIA TODO
Las dirigencias de Cobreloa y Deportes Concepción coincidieron en una estrategia pocas veces vista en la categoría: incentivar con una cifra similar y elevada. Según adelantó La Tercera, los planteles recibirán un premio cercano a los $300 millones si logran coronarse en la Liguilla.
En Calama, la negociación se cerró hace semanas. El plantel, encabezado por el capitán Rodolfo González, acordó la distribución interna del premio al iniciar la temporada. Para los loínos, que han vivido un proceso marcado por irregularidades y presión institucional, el incentivo se transforma en un impulso adicional en busca del retorno a la división de honor.
En Concepción, la realidad no es muy distinta. La dirigencia lila, liderada por Diego Livingstone, comprometió un pozo idéntico. El objetivo es claro: terminar con la larga racha sin ascensos que arrastran desde 2008 y volver definitivamente a Primera División. El premio económico, más que un simple bono, funciona como un símbolo de confianza hacia un plantel que ha resistido años de turbulencias.
Si bien la cifra llama la atención, también refleja el peso que tiene esta final. Subir de categoría no solo implica prestigio deportivo, sino un salto económico mayor: mejores taquillas, nuevos auspicios y una exposición mediática que puede cambiar la realidad de un club en un solo año. Por eso, el bono ascenso se percibe como una inversión y no como un gasto.
